De acuerdo con los locales esta no es la primera vez que ocurre un “ecocidio” provocado por barcos sardineros.
Debido a la falta de aplicación de protocolos, alrededor de 100 pelícanos pardos murieron ahogados en redes de pesca de sardina frente a la boca de Tastiota, ubicada muy cerca de Bahía de Kino, Sonora.
De acuerdo con videos difundidos por pescadores ribereños, los ejemplares fueron sacados a mano uno a uno por los tripulantes de la embarcación y tirados al mar, mientras que otros, todavía con vida, movían sus alas tratando de liberarse de la red para ponerse a salvo.
Testigos revelaron que los hechos se registraron el miércoles al mediodía en un barco de gran altura Propemex PP2S, con matrícula 26020285234 y Registro Nacional Pesquero 851, de la Empresa Selecta de Guaymas, Sonora.
Los cadáveres de los pelícanos pardos, especie catalogada como “Amenazada” en la Norma Oficial Mexicana 059, fueron arrastrados hasta la orilla por la corriente, sin que ninguna autoridad acudiera a tomar cartas en el asunto.
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Pobladores de las comunidades de El Choyudo y Tastiota, señalaron que el barco además depredó todo el fondo marino, debido a que andaba en aguas muy bajas realizando sus actividades de pesca, a una profundidad de apenas 3 brasas, equivalente a 5.48 metros.
Agregaron que ésta no es la primera que ocurre un “ecocidio” provocado por barcos sardineros, y que en anteriores ocasiones presentaron denuncias ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), sin obtener respuesta, por lo que los sardineros operan con total impunidad.
Las técnicas de pesca sustentable adoptadas a nivel mundial para evitar la captura incidental de aves marinas, son colocar cerca de la red, líneas “espantapájaros” con cintas y banderas de colores llamativos; apretar la red antes de lanzarla para que fluya más rápido y se despliegue profundamente, con lo que se reduce el riesgo de interacción con las aves.
Otro método que se utiliza en México es aventar chorros de agua salada, con la manguera con la que se lava la cubierta, para ahuyentar a las aves.
Con información de Ernesto Méndez
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