Sabemos que en la tierra del sospechosismo, los argumentos científicos sobre la vacuna de COVID-19 no serán suficientes para vencer al Whats de la tía
En este espacio hemos hablando ya bastante sobre las vacunas contra el CoVid. Algunas, harán su aparición este mes, principalmente en países de Primer Mundo en donde empezarán a poner a prueba su efectividad con la población. Pero como nada es gratis en este mundo, con las vacunas también han llegado mil y un rumores, teorías y conspiraciones acerca del supuesto verdadero origen y objetivo de estos productos.
Flora Carmichael, de BBC Reality Check se dio a la tarea de investigar las más populares, desde aquellas que hablan de efectos secundarios, hasta las que dicen son una estrategia para controlarnos a través de chips insertados por medio de la vacuna que modificarían nuestro ADN o nos convertirían en una especie de zombies.
Empecemos por el famoso microchip. Esto surgió a raíz de una entrevista con Bill Gates para hablar sobre el futuro de las vacunas. Y cómo esto sería una oportunidad para crear certificados digitales que ayuden a tener registros de personas infectadas, recuperadas y vacunadas utilizando una tipo de tatuaje invisible que genere el registro.
¿Cuáles son los efectos secundarios de la vacuna vs #COVID19?
— imagenzea (@imagenZea) December 2, 2020
La información es fundamental en el mundo del "sospechosismo" y los mensajes de las tías en WhatsApp…#AbreLosOjos @FranciscoZea @ElOpinadorTV por @ImagenTVMex pic.twitter.com/s69pXj1IxU
Palabras que luego de un teléfono descompuesto y un poco de mala saña, derivo en un plan de Bill Gates para implantar microchips que rastreen a las personas. Acción que hasta el momento ha carecido de pruebas contundentes o científicas.
Sobre el rumor de que las vacuna basadas en ARN Mensajero interfiere con el ADN y lo modifica para convertirnos en humanos aletargados a las ordenes de un líder supremo. Jeffrey Almond, profesor de la Universidad de Oxford, señala que inyectar ARN a un humano no afecta en nada a las células o al ADN.
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Es cierto que cuenta con una pequeña secuencia genética que enseña a nuestro cuerpo a producir proteínas similares al CoVid para que nuestros sistema inmunológico lo reconozca como amenaza y genere una respuesta protectora para futuras infecciones, pero no por eso lo modifica. De hecho es una técnica que se viene estudiando desde hace años.
Y acerca de los efectos secundarios, Jenny Ward, profesora de medicina farmacéutica del King’s College of London, señala que es verdad que algunas vacunas generan efectos secundarios, pero estos no irán más allá de dolor en la zona de punción, fiebre, dolores y molestias musculares, dolor de cabeza o fatiga por un espacio corto de tiempo. Efectos que desaparecerán pues las vacunas cuentan con un sin número de pruebas para avalar su efectividad antes de salir al mercado.
Sabemos que en la tierra del sospechosismo y del “¿qué tal si?” Los argumentos científicos no serán suficientes para vencer al Whats de la Tía, pero al menos esperamos que abra la puerta al conocimiento y dé herramientas para quien busque tomar decisiones apegadas a la ciencia y no a la creencia carente de pruebas.
IPR
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