El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó que “la estabilidad de Etiopía es importante para toda la región del Cuerno de África“
Con el objetivo de restablecer lo que llama el “orden constitucional” en la región norteña del Tigré mediante la guerra, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ha justificado la ofensiva militar del Ejército etíope contra el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF) que opera en la región.
El Gobierno de Ahmed ha optado por la fuerza militar para retomar el control del área rebelde, con varios enfrentamientos que iniciaron el pasado miércoles, y que se han saldado con muertos, heridos y desplazados, pero de los que se desconocen más detalles debido a que todas las telecomunicaciones y el acceso a Internet están cortados.
“Salvaguardar los derechos de los etíopes a llevar una vida pacífica en cualquier lugar del país” es otro de los objetivos manifestados por Ahmed, nombrado premio Nobel de la Paz hace tan solo un año por sus esfuerzos para poner fin al conflicto con Eritrea, después de más de 20 años de ofensivas en la región.
Las declaraciones de Abiy llegan después de que el jueves el Ejército nacional declarara que entró “en guerra” con el Gobierno rebelde regional por un supuesto ataque del TPFL contra un campamento militar para intentar saquear activos militares, algo que los regionalistas niegan y acusan al Gobierno de inventar un ataque para justificar el despliegue militar en la zona.
El viernes 6 de octubre, la fuerza aérea etíope bombardeó los depósitos de armas y destruyó material militar del TPLF, según el primer ministro, intensificando la guerra contra sus antiguos aliados de la coalición gobernante.
Los ataques se produjeron en la capital del territorio rebelde, Mekele, y sus alrededores, como parte de una campaña con “objetivos claros, limitados y alcanzables”.
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Una escalada que podría derivar en una guerra civil, provocando una emergencia humanitaria que puede traspasar las fronteras.
Una situación que preocupa también a la comunidad internacional y a Naciones Unidas. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó que “la estabilidad de Etiopía es importante para toda la región del Cuerno de África. Insto a una inmediata desescalada de las tensiones y a una resolución pacífica de la disputa”, escribió este viernes en su cuenta de Twitter.
La estabilidad en el Cuerno de África depende en parte de lo que ocurra en la región del norte de Etiopía, fronteriza con Eritrea (con un legado de guerra fronteriza desde 1998 a 2000) y Sudán, nación que ha cerrado todos los pasos fronterizos con Etiopía.
Si se recrudece el conflicto, podría no solo sacudir al territorio etíope, sino causar “un terremoto en la región y más allá”, según el analista del International Crisis Group, William Davison.
“Si este conflicto continúa, como parece, podría atraer a Eritrea, ya sea si la agresión de las fuerzas del Tigré provoca una respuesta eritrea o si el presidente (eritreo) Isaías (Afwerki) decide apoyar el intento del Gobierno federal etíope de destituir del poder a los líderes del TPLF, sus archienemigos”, advirtió Davison.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pidió que los actores implicados respeten la vida y las propiedades de los ciudadanos, así como su derecho a la asistencia médica.
Desde hace meses las rivalidades entre los líderes de Tigray y el Gobierno federal etíope se han hecho más palpables y han alcanzado su punto álgido el pasado agosto, cuando se iban a celebrar elecciones parlamentarias, que fueron pospuestas hasta septiembre por la pandemia.
Unos comicios que podrían darle la reelección a Abiy, quien culminaba su mandato el 5 de octubre. Pero en el proceso de aplazamiento, la región de Tigray celebró sus propios comicios, que el Gobierno central tachó de ilegales.
IPR
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