Su primera gran obra como poeta fue “Marinero en tierra”. La escribió cuando tenía 18 años, tras la muerte de su padre, en 1920
Rafael Alberti Merello nació el 16 de diciembre de 1902 y murió el 28 de octubre de 1999 en el Puerto de Santa María, Cádiz. Es reconocido por haber sido un reconocido poeta español de la Generación del 27; es decir, uno de los mayores literatos españoles de la llamada “Edad de Plata” de la literatura española.
Gran poeta, fue expulsado del colegio en 1916 por mala conducta. Ni siquiera logró superar el cuarto año de bachillerato. Pese a esto, escribió sus primeros versos por esa edad.
En detalle, tras la muerte de su padre, en 1920. “Marinero en tierra” fue su primera gran obra como poeta; misma por la que recibió el Premio Nacional de Poesía y lo convirtió en una figura importante de la lírica española.
Aparte de la poesía, Alberti fue un miembro activo del Partido Comunista de España, lo que le llevó al exilio tras la Guerra Civil Española.
Sin embargo, pasada la época de la dictadura, el escritor volvió a España con gran júbilo, recibiendo las distinciones como Hijo Predilecto de Andalucía en 1983 y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 1985. También recibió el Premio Miguel de Cervantes en 1983, entre muchas otras distinciones.
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A 21 años de su muerte, te dejamos unas de sus frases más célebres:
“Y el mar fue y le dio un nombre, y un apellido al viento, y las nubes un cuerpo, y un alma el fuego. La tierra, nada”
“La vida es como un limón, que te tiren a la mar exprimido y seco”.
“Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras”.
“La ciudad es como una casa grande”.
“Las palabras abren puertas sobre el mar”.
“Yo nunca seré de piedra, lloraré cuando haga falta, gritaré cuando haga falta, reiré cuando haga falta, cantaré cuando haga falta”.
“La libertad no la tienen los que no tienen su sed”.
“Tú no irás, mi amor, y si te fueras, aún yéndote mi amor, jamás te irías”.
“Me marché con el puño cerrado… Vuelvo con la mano abierta”.
“Yo no quiero morir en tierra: me da un pánico terrible. A mí, que me encanta volar en avión y ver pasar las nubes, me gustaría que un día el aparato en el que viajo se perdiera y no volviera. Y que me hicieran un epitafio los ángeles. O el viento”.
“Yo nunca seré de piedra, lloraré cuando haga falta, gritaré cuando haga falta, reiré cuando haga falta, cantaré cuando haga falta”
“Hace falta estar ciego, tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio, cal viva, arena hirviendo, para no ver la luz que salta en nuestros actos, que ilumina por dentro nuestra lengua, nuestra diaria palabra”
“Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera”.
“A través de los siglos, por la nada del mundo, yo, sin sueño, buscándote”
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CAB