La señal más importante de que se acerca el Día de Muertos es el inicio de las ventas de pan de muerto. Su lugar es inevitable en los altares
Cada Día de Muertos las casas de los mexicanos se adornan con altares dedicados a aquellos que nos dejaron. La muerte toma un sentido festivo y se forma una fiesta que incluye música, veladoras, calaveras, flores de cempasúchil, ofrendas y mucha comida.
Los altares son el sitio por excelencia. Adornados de inicio a fin, se coronan como el destino en el que nuestros muertos hacen un paseo para reconocer que los queremos. En honor a ellos, se coloca un festín o al menos una pequeña representación de lo que más les gustaba.
Si bien cada muertito tiene sus gustos, no se puede discutir que existen elementos en común. En específico, siempre podemos encontrar al menos un platillo similar. Después de todo, los visitantes son mexicanos.
A continuación te damos una lista de al menos ocho platillos que, incluso si no están juntos, no pueden faltar en los altares de las casas el Día de Muertos.
Tamales
El tamal es una de las comidas mexicanas que puede encontrarse en cualquier esquina, en cualquier época del año. La gran diversidad de guisados y dulces de los que están rellenos hacen que a muy pocas personas no les puedan gustar.
Históricamente es una de las comidas tanto prehispánicas como coloniales que eran colocadas en honor a los muertos.
Hay una infinidad de variedades, pero los más típicos son los que vienen envueltos en hojas de maíz y rellenos de pollo o cerdo.
Pan de muerto
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este elemento aunque es colonial, tiene raíces prehispánicas ya que su concepción se basa en los restos óseos que los antiguos ofrendaban, veneraba y exhibían.
La versión más conocida es redonda y simboliza el ciclo de la vida y la muerte. La bolita al centro es un cráneo y las cuatro canelas representan los huesos de las cuatro extremidades y las lágrimas que lamentan a los difuntos. También hacen referencia a los cuatro puntos cardinales que se atribuyen a los dioses Quetzalcóatl, Tláloc, Xipe Tútec y Tezcatlipoc.
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Calaveritas de azúcar
También son conocidas como dulces de alfeñique, las calaveritas de azúcar se preparan con azúcar glass, agua caliente, limón y grenetina. Si bien no son “platillos”, estos elementos dulces cumplen la función de adornar la ofrenda y poder ser comidos después.
Hechas en forma de cráneo los diseños e ingrediente varían, ya que pueden ser de chocolate o de amaranto, pero es indispensable que tenga el nombre del difunto al que se le hace la ofrenda.
Dulce de calabaza
También conocido como Calabaza en Tacha, este postre de fruta caramelizada es uno de los platillos más comunes y tradicionales para poner en la ofrenda. Su preparación consiste en cocer la calabaza con ingredientes como el piloncillo y la canela para hacer una miel que acompaña a los trozos de dulce
Mucbipollo
Es muy parecido al pan de muerto o al alfeñique por ser un manjar que solo comemos en esta época del año razón para que sea deseado con locura en el sureste mexicano y aunque entra en la categoría de tamales, quisimos darle una mención especial ya que si no sabes mucho a cerca de el te platicamos con gusto sobre este complemento que no falta en el Hanal Pixán y por qué no, puedes animarte a cocinarlo.
Mucbi pollo o pibi pollo significa “pollo que ha sido enterrado” en lengua maya haciendo referencia a que se cuece bajo tierra como lo hacían los ancestros, es maravilloso que en muchas comunidades la costumbre de cocer en estos hornos siga presente y lo mejor es que en las ciudades grandes jóvenes y adultos ya esperan desde octubre para poder disfrutarlo
El “pib” como después se le llamó es un tamal grande del que primero se prepara el “col” mezcla que se logra con agua, pollo y puerco, pimienta molida, epazote, ajo asado, tomate picado, sal y manteca; lo que le hace tener consistencia es la masa que se le agrega. Lo que sigue es crear la masa que cubre a esta mezcla y no es cualquier masa, se le añade recado rojo (achiote), manteca, sal y espelón (frijol tierno).
Teniendo la masa se ponen las palmas de hoja de plátano en un molde (lavadas) y se va agregando la masa obteniendo el grosor que quisiéramos para nuestro pib; se agrega el col, se tapa con una base de masa, más hojas y listo, a cocer.
En la tradición maya se debe preparar una noche antes del Día de Muertos y el primer pib que se cuece es el que se pone en el altar de muertos mientras las familias también lo comen y comparten con mucho gusto.
Empanadas de calabaza
Claramente la receta puede variar de región a región, pero la que me parece una delicia es la que lleva leche condensada y un toque de jengibre y clavo. El resultado es toda una cajeta de calabaza con consistencia bien espesa. Invitadísimas al festejo
Pozole
El pozole es el caldo mexicano por excelencia, y es otro invitado de honor que no puede faltar a las fiestas mexicanas, incluida por supuesto, la del Día de Muertos.
Puede ser verde, blanco o rojo, siempre combinable con los colores patrios. Esencialmente está compuesto por maíz pozolero (o cacahuazintle), especias y carne de pollo o cerdo, incluso mixto. Se acompaña de lechuga, rábano, cebolla, orégano en polvo y limón. Siempre le va bien unas tostadas y polvito de chile de árbol.
Mole
Aunque es un platillo originario de Puebla que se realiza en casi cualquier época del año, se volvió una parte fundamental de los elementos culinarios que se encuentran en las ofrendas.
La preparación de chiles y chocolates es un ícono de la cocina mexicana que puede ser cocinado de distintas formas y es del gusto de muchos que han fallecido y de los que siguen vivos.
El mole es todo un agasajo para los vivos y seguramente para las ánimas. Es en sí una artesanía hecha comida, dada su cantidad de ingredientes y la complejidad de su elaboración. Es básicamente una salsa hecha con base de chiles, especias y semillas, entre otros ingredientes, como el chocolate.
Como símbolo de o mexicano, no puede faltar en las festividades nacionales y ocasiones especiales; por supuesto, tampoco en el el Día de Muertos.
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CAB