Las mujeres dijeron haber sido juzgadas indirectamente al colocar sobre las tumbas de los fetos los nombres de ellas haciéndolas pasar como “asesinas”.
Sorprendida e indignada se mostró la sociedad italiana luego de que se rebelara la existencia de un cementerio de fetos, procedentes de mujeres que de forma legal se practicaron un aborto.
El escándalo se ha hecho muy visible dado que ninguna de las mujeres fueron notificadas que los restos de sus hijos serían sepultados en un espacio donde se les colocaron pequeñas cruces de madera y metal, con el nombre de pila de ellas.
El descubrimiento de ese cementerio de fetos ocurrió en el sector 108 del cementerio Flaminio de Roma, causando una oleada de indignación y denuncias por parte de las asociaciones de defensa de los derechos de las mujeres.
“Pensar que alguien se ha apropiado de su cuerpo, que ha celebrado un rito, que lo ha enterrado con una cruz que lleva mi nombre encima, fue abrir una herida”, contó una de las madres afectadas.
La mayoría de las mujeres coinciden en que se sienten “traicionada por las instituciones”, ya que son juzgadas indirectamente al colocar sobre esas pequeñas tumbas los nombres de ellas haciéndolas pasar como “asesinas”.
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Además, algunas mujeres señalan que los menores fueron enterrados con un símbolo religioso que no las representa como lo es la cruz cristiano-católica.
La mayoría de las cruces en el cementerio romano son de mujeres que abortaron entre 2017 y 2020, pero se entierran fetos desde el año 2005 y no sólo en la capital.
Para Elisa Ercoli, presidenta de la asociación de defensa de la mujer “Differenza Donna” (Diferencia Mujer), se trata de “un acto horrible y autoritario”, por lo que ha decidido pedir una investigación oficial.
En Italia, que legalizó en 1978 el aborto, se autoriza la interrupción del embarazo dentro de los tres meses posteriores a la concepción, pero también autoriza a los médicos invocar la objeción de conciencia, lo que dificulta abortar libremente.
En un país sumamente católico, siete de cada diez ginecólogos se niegan a realizar abortos, por lo que en algunas regiones son pocos aquellos dispuestos a prestar ese servicio médico público.
De acuerdo a la norma sanitaria, de 1990 los fetos menores de veinte semanas deben ser tratados como desechos hospitalarios especiales e incinerados, pero en caso de un aborto después de la 20ª semana, los hospitales deben entregar los fetos a los servicios funerarios para su entierro, incluso sin el consentimiento de los familiares.
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NCV