En el año 2010 la gastronomía de Michoacán quedó inscrita ante la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Con la exuberante naturaleza que cuenta el territorio de Michoacán, en el que lo mismo puedes encontrar hermosos paisajes boscosos que una exuberante selva en la costa o áridas vistas desérticas, ha sido posible que con el paso de los años se vaya generando una tradición culinaria de lo más variada y abundante, herencia en su mayoría de los pueblos prehispánicos que habitaban antaño, como los purépechas.
Entre los principales platillos que nos ofrece la gastronomía michoacana, que en 2010 quedó inscrita ante la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y que no podemos dejar de probar a la menor oportunidad están:
La sopa tarasca
Teniendo su origen apenas en 1966 cuando un hombre llamado Felipe Oseguera Iturbide estaba por inaugurar una hostería y para tal efecto, deseaba tener un platillo único digno de la ocasión. Así, junto con su hermana Luz creó el platillo que recibió el nombre a sugerencia de su esposa, en honor a los pueblos originarios de la zona.
A base de frijoles molidos, puré de jitomate y chile pasilla seco, se sirve con tiras de tortilla fritas, queso cotija, crema, epazote y chiles serranos picados.
Las enchiladas morelianas o placeras
Ir a Michoacán y no comerse unas típicas enchiladas con su pieza de pollo, debería considerarse delito.
La diferencia de las que conocemos como suizas o las que se hacen con mole, es que en estas enchiladas, la tortilla se pasa primero por la salsa de chile guajillo y después se fríe. Además, se rellenan con papas y zanahorias, yendo acompañadas de su pollo placero.
Las carnitas estilo Michoacán
Probablemente la aportación más conocida en el país de la gastronomía michoacana, que tradicionalmente se cocinan en las grandes ollas de cobre que se elaboran en Santa Clara del Cobre, friendo distintas partes del cerdo en manteca y se sirven en tacos, con tortillas de maíz, cilantro, cebolla, salsas y jugo de limón.
Con un origen en el México criollo en la época de Virreinato, este platillo es especialmente famoso en el municipio de Quiroga, aunque la patente de creación se lo debaten con Michoacán los estados de Querétaro, Jalisco, Hidalgo y Estado de México.
Pambazos
Uno de los platillos más degustados en las cenadurías de Michoacán son los pambazos que deben su nombre al pan que se usa para su elaboración -diferente a la telera o al bolillo-, y que proviene del ‘pan basso’ o pan bajo virreinal.
El pan se baña en la salsa de chile guajillo y se fríe en la manteca por aproximadamente un minuto de cada lado o hasta que estén ligeramente dorados, después se rellenan ya se de chorizo con papas, picadillo, carne deshebrada o sesos, crema, queso fresco desmoronado y una porción de lechuga.
Las corundas o tamales de ceniza
Platillo de origen purépecha, típico de la zona lacustre y norte de Michoacán que como otros tamales se elaboran a base de nixtamal, un poco de ceniza y se envuelven en hojas de maíz, sirviéndose con una salsa a base jitomate y un poco de crema.
Cuenta la leyenda que eran el platillo favorito del emperador purépecha Caltzontzin, quien las comía en ocasiones especiales, y por esa razón también se les llama “panecillos del palacio”.
Uchepos
No son los tamales canarios que suelen prepararse en Zitácuaro. Este tamal está elaborado con elote muy tierno y casi siempre es de tamaño pequeño. Aunque suele tener un sabor dulce y su consistencia es suave debido a su mezcla con leche, azúcar, nata o crema y sal, también puede ser salado.
En ocasiones se sirven con salsa verde o roja, con queso cotija y crema, aunque también pueden servirse como postre con leche condensada. Una variante de los uchepos son los tamales colados o de leche, los cuales se elaboran solamente con la leche del elote, teniendo una consistencia similar a la de una gelatina, y un sabor exquisito.
IPR
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