Mafalda nos hace reflexionar sobre los asuntos más trascendentales de la vida y el mundo, que a cinco décadas parecieran no haber cambiado mucho
¿Qué cuando conocí a Mafalda? Está en casa desde que tengo uso de razón, es una vieja amiga de la familia.
Esa niña, creada por el caricaturista Quino de 1964 a 1973, «espejo de la clase media argentina y de la juventud progresista», que se muestra preocupada por la humanidad y que se rebela contra el mundo legado por sus mayores.
Con su peculiar sentido de la vida, su sentido del humor. Que odia a la sopa tanto como ama a los Beatles. Que siempre saca de eje a su papá y otro tanto a su mamá, que recorre el barrio con Felipillo, Susanita, Manolito, Miguelito Libertad y Guille, su hermano.
Mafalda nos hace reflexionar sobre los asuntos más trascendentales de la vida, sobre la situación del mundo que a cinco décadas de que circulara en los periódicos sudamericanos, pareciera que todo sigue tan igual, y es que en verdad no han cambiado demasiadas cosas.
En lo personal, el primer libro que leí en cuanto aprendí a leer fue Mafalda 10 años, y creo que ha sido el que más he vuelto a releer una y otra vez. Obviamente a los seis años no entendía muchas cosas que decía, simplemente me parecían muy graciosos algunos comentarios o situaciones que se presentaban.
Mafalda 10 años ha sido esa guía indispensable de la vida, el libro que sin cesar he traído bajo el brazo para consultar, para reír, para recapacitar. De niño había otro pequeño libro en casa, uno amarillo de esas ediciones en forma de rectángulo que editaban.
Y en sexto grado, en mi último Día de Reyes me dieron el Mafalda Inédita… donde su mamá le pregunta de qué está llena su muñeca d etrapo, si de acerrín, de estopa, etc., y ante tantas negativas, Mafalda finalmente responde que de inhibiciones.
Entre las tiras que recuerdo más me hayan hecho reír o hecho ruido está cuando Mafalda se recuesta en la playa, rodeada de figuras de arena que hizo con su cubeta y dice que por un momento quiso experimentar el sentirse una chica sexy.
Cuando su mamá va a mercado y le da mil recomendaciones y le dice que si tocan a la puerta no le abra a nadie. ¿Y si es la felicidad? pregunta ella. Cuando ve a unos niños pobres pidiendo limosna y corre a su casa por un curita, pero se pregunta que cómo demonios se hace para pegarse eso en el alma, cuando dice que el mundo está enfermo y lo recuesta en su cama… cuando le compra un libro a su papá para dárselo el Día del padre y a la hora de que lo envuelvan dice que como para perdonarlo.
Hoy Mafalda es una cincuentona, pero está tan vigente. Quien no la conozca, acérquese a ella y disfrútenla. Los que ya la conozcamos hay que seguirla gozando pues en cada leída nos enseña algo nuevo.
IPR
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