Teresa de Calcuta ha sido cuestionada por su dudosa forma de cuidar a los enfermos, más cercana al sadismo que de una visión piadosa
Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida mundialmente como la Madre Teresa de Calcuta, es uno de los personajes más conocido a nivel mundial de la cultura pop; en buena medida por su compasiva imagen de misionera religiosa que trabajaba por los más desfavorecidos.
De menuda figura, esta imagen fue producto de un documental de la BBC filmado en 1969 en el que Malcom Muggeridge , periodista, espía y ateo reconvertido al ultracatolicismo la hizo globalmente famosa al pintarla como la encarnación de la bondad y el humanismo.
Sin embargo, desde antes de su muerte el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India, ya contaba con un gran número de detractores que cuestionaban el destino de los millonarios recursos que le eran donados para sus causas, y que sus misiones eran verdaderas “casas de la muerte”.
Nacida el 26 de agosto de 1910, en Skopje, en la antigua Yugoslavia, en 1929 la Madre Teresa comenzó su misión en Calcuta, pero fue en 1950 cuando funda la Congregación de las Misioneras de la Caridad, al abandonar a las Hermanas de Loreto.
Ganadora en 1979 del Premio Nobel de la Paz, consolida su imagen piadosa al pedir que done la remuneración económica a los pobres de la India, por lo que no eran pocos los líderes del mundo que buscaban ser captados a su lado.
En el año 2012, Serge Larivée y Genevieve Chenard, del Departamento de Psicoeducación de la Universidad de Montreal, y Carole Sénéchal, de la Universidad de Ottawa, publicaron un informe en el que explicaban que había escasez de asistencia, alimentos y analgésicos.
Con presencia en más de una centena de países, fueron varias las denuncias sobre que sus misiones destinadas para para atender a los “mas pobres entre los pobres” y los moribundos, se regían bajo una “cultura del sufrimiento” y explotación del dolor.
Una y otra vez se le ha criticado que a los moribundos únicamente se les suministraran analgésicos comunes, ante padecimientos como cánceres terminales, tuberculosis o avanzados cuadros de Sida; pero cuando ella requirió cuidados paliativos, acudió a hospitales estadounidenses con la tecnología más avanzada.
Médicos y voluntarios que pasaron por sus misiones, han dado fe de que Agnes Gonxha Bojaxhiu no era tan inmácula y bienhechora, alentando la reutilización de agujas hipodérmicas, entre otras prácticas poco higiénicas.
Los críticos a la figura de la Madre Teresa de Calcuta aseguran que el mensaje de su cruzada es que por los pobres no podía hacerse más nada que quitarlos de la calles, amontonarlos y esperar a que murieran; mientras ella recibía millonarias donaciones, valuadas en millones de dólares y de las que hubo poca transparencia tanto del origen como del destino.
Y, aunque tras su muerte, en los hogares gestionados por la orden que fundó empezaron a tomarse más en serio las prácticas sanitaria, a la fecha hay denuncias de religiosas que se niegan a dar medicamentos a los enfermos o facilitar que se les traslade a hospitales cuando llegan a presentar una complicación.
Un elemento más que genera suspicacia es que sus centros, solo ayudaran a los niños si los padres firmaban una renuncia de patria potestad, cediéndola a favor de la misión religiosa.
Otra de las críticas de las que ha sido objeto, es su fundamentalismo religioso que alentaba la lucha del Vaticano contra el aborto y el uso de los anticonceptivos, al grado que en el discurso que diera al recibir el Nobel de la Paz, aseguró que “aquellos países en los que el aborto es legal son los más pobres de todos” y que “el mayor destructor de la paz en la actualidad es el crimen que se comete contra el nonato”.
Así, durante la explosión de la pandemia del Virus de Inmunodeficiencia Humana a principios de los años 1980, fue duramente señalada por su desdén al condón, obstaculizando que se salvaran millones de vidas.
“Es para abrir los ojos de la gente, y muy a menudo, con sufrimientos como este, la gente se da cuenta de que no está bien lo que están haciendo y eso les lleva a pedir perdón a Dios y al prójimo”, dijo en una entrevista.
En este contexto, siendo un polémico icono de la paz y una una cuestionada figura política o de propaganda, el 4 de septiembre de 2016 fue canonizada por el papa Francisco por “su amor por Dios, por Jesús, sirviendo a los demás haciendo la caridad cada día”.
IPR
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