Un puente que se caía y un diablo que brindó una solución, eso es lo que “esconde” el histórico Puente de la Historia de San Juan del Río
México es un país rico en gastronomía, flora, fauna y leyendas, ya sea que uno visite un ranchito, una ciudad colonial o una escuela pública, las leyendas sobre hechos extranormales siempre están presentes.
Por ello no es de sorprender que en el estado de Querétaro exista una famosa y tétrica leyenda alrededor de un icónico puente que a 309 años de su construcción sigue en pie, alimentando uno de los mitos más famosos de San Juan del Río: el puente del diablo, o como oficialmente se le llama “El puente de la Historia”.
Este pequeño municipio queretano es conocido por ser uno de los 111 pueblos mágicos que están a tan sólo dos horas de la Ciudad de México, y es ideal para relajarse del ajetreo citadino y conocer un poco de historia y tradición de nuestro país, especialmente por su Museo de la Muerte.
Fundado un 24 de junio, en el mero Día de San Juan, este poblado recibe su nombre gracias a un caudaloso río que acompañaba a este territorio, el cual con el paso del tiempo ha desaparecido casi por completo.
La región por mucho tiempo fue un paso obligado para llegar a los estados mineros de Guanajuato, Hidalgo, San Luis Potosí y el Estado de México, cuyos hacendados -en la época colonial- buscaban rutas seguras para trasladar sus cargamentos.
Hola queEn este contexto fue que en el siglo XVI, Fray Sebastián de Aparicio promovió la construcción de un puente en la parte más angosta del río debido a que las constantes crecientes dificultaban el paso de las caravanas.
A principios del siglo XVII, por orden del Virrey Don Francisco Fernández de la Cueva se comenzó a edificar dicha obra en lo que, por mucho tiempo, fue la única entrada al poblado.
Sin embargo, su construcción presentó muchos problemas haciendo que surgiera una tétrica leyenda.
De acuerdo a los cronistas de la época, el 9 de febrero de 1710 el arquitecto Pedro de Arrieta inició la construcción del puente que permitiera el cruce seguro por el río. No obstante, por más que el arquitecto hacía sus cálculos, el puente siempre se caía.
Cada vez que esto sucedía, el diablo se le aparecía a don Pedro en sueños y le advertía que no dejaría de tirar su obra hasta que hiciese un pacto con él, cosa que le horrorizaba.
Después de muchos intentos infructuosos y la muerte de algunos trabajadores, don Pedro aceptó el trato y preguntó cuáles serían las condiciones para que su obra dejara de derrumbarse.
El diablo le dijo que tenía que enterrar a un niño en cada columna del puente, y así sus almas sostendrían la construcción, dándole la solides que le faltaba.
Finalmente y sin saber si este pacto fue real, la construcción del puente se terminó el 23 de enero de 1711, tras 11 meses de ardua edificación.
Hoy en día, el puente sigue en pie siendo testigo del paso de la historia de México.
Por él pasaron los cargamentos de minerales venidos del norte a la capital para las tropas insurgentes y revolucionarias que buscaban la libertad en la lucha de Independencia y la Revolución, llegando a ser parte del Camino Real de Tierra Adentro, nombrado Patrimonio Mundial.
Sobre la leyenda, hay algunos que aseguran que si un niño juega cerca del puente durante una lluvia fuerte, su alma cambia de lugar con la de los niños enterrados. Además y en honor a estas almas, en el sitio se edificó un monumento a los “pequeños sepultados” que todavía sostienen la construcción.
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