Aun no hay un consenso entre la OMS y la comunidad científica al respecto, pero sin duda las caretas son una gran herramienta complementaria
A los mexicanos nos encanta transgredir la ley. Vamos por la vida utilizando todo nuestro ingenio para hacer justamente lo que nos piden no hacer. Que si la luz roja es alto, entonces acelero en la amarilla para hacer mi santa voluntad pero sin desobedecer técnicamente las reglas.
Si hay una cinta que prohíba sentarse en una banca, entonces quizá busquemos ese pequeño lugarcito donde no llegó la protección para sentarnos y argumentar que ahí no había cinta. Acciones que nos definen y que en algunos casos serán las únicas satisfacciones que tendremos en el día.
Y ya que estamos en estos temas, con la pandemia y el uso de cubrebocas, han salido al mercado una cantidad innumerable de productos que por moda o por ventas, buscan ubicarse en el sector preferido de los consumidores, ese que parece que cumple la norma, pero que en realidad es solo un complemento de la misma.
Y como el CoVid no entiende de medias tintas, hoy quiero platicarles sobre la utilidad de las caretas que muchas personas están empezando a sustituir por el cubrebocas.
Empecemos por lo bueno, la Revista de la Asociación Médica Estadounidense publicó que las caretas definitivamente son una barrera contra el virus, evita que te toques la cara, cubre gran parte del rostro, permite una mejor comunicación sobre todo para leer los labios y son reutilizables. Se lavan fácilmente y casi no se rompen.
Pero ¿qué dicen las pruebas? Si la usas estando sano, a unos 46 cm de distancia la careta te podría dar una protección de hasta el 96% sobre la exposición de gotas expulsadas por alguien más.
Pero luego de unos 30 minutos cuando las partículas estén flotando, la efectividad baja al 23% sobre todo dependiendo de qué tan lejos estén los bordes de las orejas o los espacios abiertos arriba, abajo o a los lados.
Incluso el Centro de Control y Prevención de Enfermedades en EEUU no la recomienda para uso diario, en lugares cerrados, poco ventilados, con mucha gente o como sustituto de cubrebocas, sobre todo si la persona está enferma, pues ante un estornudo será muy poca la protección que pueda ofrecer y mucho lo que podría esparcir.
Entonces no sirven. Aun no hay un consenso entre la OMS y la comunidad científica al respecto, pero sin duda es una gran herramienta complementaria al cubrebocas, lavado de manos y el distanciamiento social.
Será muy útil en determinados espacios sobretodo cuando los niños vuelvan a clase para no perder de vista expresiones y aprendizajes. Además de estar recomendadas en personas con desordenes de salud mental, sordera, dificultades auditivas o con problemas de desarrollo.
Si todos usáramos cubreboca, la pandemia podría domarse en un par de semanas. Pero para ello se requiera mucho trabajo en equipo, algo que se ve imposible en la tierra donde mi voluntad es la ley.
IPR
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