La paciente fue la culpable al realizar una interacción farmacológica desafortunada que le causó esta extraña enfermedad por la que perdió un dedo de su pie
La semana pasada, la revista The New England Journal of Medicine reportó la detección de una rara enfermedad, popular en la Edad Media, conocida como “fuego del infierno”.
Los médicos Aravind Reghukumar y Reshma Benson, del Government Medical College en Thiruvananthapuram (India), informaron que el diagnóstico se realizó en mujer de 24 años, misma que perdió un dedo del pie tras superar la afección.
De acuerdo con la publicación, la paciente acudió al médico tras dos días de experimentar un repentino ardor desde la mitad del muslo hasta los dedos de los pies; así como por presentar problemas para caminar, sentir las piernas frías al tacto y tener decoloración de los pies.
Tras realizarle una angiografía computarizada, se descubrió un “estrechamiento” simétrico en las arterias de ambas piernas, mismo que iniciaba en la región pélvica.
A esta condición se sumó que la joven tomaba varios medicamentos antivirales para tratar el VIH con el que había nacido. Además, cuatro días antes de la consulta había comenzado a consumir ergotamina dos veces al día para lidiar con dolores de cabeza.
La causa
Ante el cuadro clínico, los médicos sospecharon que se trataba de ergotismo, una condición que afecta a las células de las paredes de los vasos sanguíneos y conduce a su constricción o estrechamiento. No obstante, se preguntaron cómo la ‘fiebre de San Antonio’ o ‘fuego del infierno’ -como coloquialmente se le conoce-, había sido adquirida.
La enfermedad es causada tradicionalmente por la ingestión de compuestos venenosos producidos por un hongo denominado “Claviceps purpurea”.
El portal Live Science reporta que en la actualidad esos mismos compuestos son usados con fines médicos y hacen parte de medicamentos como la ergotamina. En la Edad Media, era común que el hongo se encontrará en granos de cosechas.
La resolución de los especialistas fue que el fármaco por sí mismo no contribuyó al desarrollo de la enfermedad.
Al parecer, la paciente fue la culpable al realizar una interacción farmacológica desafortunada, ya que el ritonavir, una de las medicinas para el VIH que ella tomaba, bloqueó una enzima que conduce a un aumento de los niveles séricos de ergotamina y, por lo tanto, causó la contracción arterial de las extremidades.
Al descubrir la causa del problema, los doctores iniciaron un tratamiento para favorecer la vasodilatación. Los síntomas desaparecieron, pero la administración fue tardía y la gangrena se extendió en unos de sus dedos del pie izquierdo y terminó por perderlo.
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CAB