Los policías hallaron a una mujer desnutrida, desnuda y con un grillete en la pierna que no había visto la luz en 25 años por haberse enamorado
Corría el 23 de mayo de 1901, cuando en medio de un evento público el fiscal general de la ciudad de París recibió una carta anónima en el que denunciaban el secuestro por más de 25 años de una mujer que se encontraba escondida en la casa de una de las familias más adineradas de la época.
El funcionario leyó sorprendido la nota, la cual que indicaban que una mujer era objeto de maltratos y vejaciones en la mansión de Madame Monnier, una viuda de 75 años, que vivía en su rica propiedad con su hijo abogado, Marcel.
Madame Monnier era ampliamente conocida en la sociedad francesa del siglo XIX, y su familia era muy respetada luego de que ella ganara el premio del Comité de Buenas Obras, por sus generosas contribuciones a la ciudad, por lo que una denuncia de ese calibre tenía mucho peso.
No obstante, el fiscal siguió su instinto y acudió a la vieja casona en donde se decía que había una mujer “hambrienta, harapienta y ha vivido entre su propia suciedad a lo largo del último cuarto de siglo”, como se leía en la nota.
El asistente del fiscal general, llamado Giroud, fue a realizar la inspección acompañado por dos oficiales.
Al llegar a Poiters tocó a la puerta marcada con el número 21 en la calle Visitation. Tras insistir en varias ocasiones, una criada de la casa abrió la puerta visiblemente nerviosa ante la presencia de los dos oficiales que exigían hablar con Madame Monnier.
Aunque el sitio estaba desordenado y sucio, no despertaba la sospecha de ningún delito, por lo que al principio los uniformados creyeron que el contenido de aquella carta no eran más que calumnias en su contra.
Sin embargo, los oficiales continuaron con la inspección y descubrieron una habitación que expedía un horrible hedor que los abrumó.
Al abrir la puerta descubrieron montones de heces y vómito que cubrían el suelo, y sobre una cama con paja podrida una mujer extremadamente desnutrida, desnuda y con un grillete en la pierna que no había visto la luz en 25 años, se trataba de la hija de Madame Monnier, Blanche.
La una vez hermosa joven había sido reportada como desaparecida por su familia cuando tenía 25 años; sin embargo, la realidad había sido otra pues fue su propia madre quien la encerró y la mantuvo presa en las peores condiciones.
La mujer de ahora 49 años de edad, apenas pesaba 30 kg., y había perdido por completo la razón luego de padecer un infierno a manos de su madre, quien confesó que la castigo encerrándola en aquel cuarto por haberse enamorado de un hombre mayor y pobre que podía arruinar la reputación de la familia.
Según los rumores, Blanche tenía la intención de escapar y jurarle amor eterno a su amado en Marsella, donde pretendían establecerse, pero una noche antes su madre y su hermano la drogaron con láudano y la encerraron en el ático hasta que desistiera de su amor.
Los Monnier se limitaron a inventar historias para justificar la ausencia de la hija y finalmente lloraron por su desaparición.
Madame Monnier dejó de recibir visitas familiares y parecía no tener amistades, y aunque el enamorado de Blanche murió en 1885, la madre no desistió en el castigo.
Madame Monnier fue arrestada al día siguiente y luego de que una muchedumbre indignada se reuniera alrededor de su celda la mujer sufrió un ataque al corazón y murió en la enfermería 15 días después.
En tanto, el hermano de Blanche, Marcel, fue encontrado culpable y sentenciado tan solo a 15 meses de prisión, pero gracias a su influencia y amistades en los tribunales, obtuvo un perdón especial.
Blanche, por su parte, nunca volvió a recobrar el juicio y pasó el resto de su vida bajo cuidado psiquiátrico de París hasta su muerte en 1913.
Jamás se supo la identidad del remitente de la carta que terminó con la liberación de la prisionera de Poiters.
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