Hasta ahora, las camas del sistema público en el área de cuidados intensivos están ocupadas en un 90 % y las camas de enfermería en un 76 %.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, toma a broma la pandemia de COVID-19. Incluso, hace diez días aseguró que “cometerá un crimen este fin de semana, pues planea compartir carne asada para 30 personas en su casa”.
Las “medidas preventivas” en el país son laxas, por ejemplo, los gimnasios y peluquerías en la lista de actividades esenciales.
El relajamiento tarde o temprano pasaría factura, de modo que Brasil registra 255 mil casos positivos, posicionándose como el tercer país más afectado por el coronavirus, según el último boletín del Ministerio de Salud.
Se estima que los números de contagios y muertes continúen en ascenso hasta julio, mes en el que se espera el pico de la curva de incidencia.
El panorama no es nada alentador para Brasil, una nación con graves desigualdades y un deficiente sistema de salud.
En cuanto al número de muertes, Brasil contabiliza 16 mil 856, cifra que lo sitúa en el sexto lugar en la lista de países con más defunciones.
Por su parte, el estado de São Paulo —el estado más poblado y afectado por la enfermedad— impondrá una cuarentena total ya que las medidas de distanciamiento social no han sido exitosas, por lo que prevén un colapso en su sistema de salud.
Hasta ahora, las camas del sistema público en el área de cuidados intensivos están ocupadas en un 90 por ciento y las camas de enfermería en un 76 por ciento, informó Bruno Covas, alcalde de São Paulo.
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