Me tocó ser legislador en la Cámara de Diputados en 1997 bajo la premonición de Carlos Castillo Peraza: “El PRI va a perder la Cámara Baja y necesitaremos gente que le entienda al tema del presupuesto y la coordinación fiscal”, me decía el año previo, como argumento para que me anotara a competir en el PAN por una curul. Antes de 1997 el país estuvo por décadas como ahora: con un Presidente fuerte y cámaras legislativas sometidas a su voluntad.
Por la similitud escenarios: crisis profunda, popularidad en picada, y de cara a la mitad de su sexenio; si López Obrador le preguntara a Zedillo como fue esa segunda mitad de su sexenio, me imagino que le respondería algo más menos así:
“Más allá de las culpas de cada una de las administraciones, la mía y la de Salinas, lo cierto es que en diciembre de 1994 se me desató la peor crisis de la historia moderna de México y se agudizó en la primera mitad de mi administración, curiosamente cuando aún gozaba del control absoluto del legislativo. Para mi sorpresa, la solución a la crisis del sistema de pagos fue dada, curiosamente, hasta la segunda mitad de mi sexenio cuando por primera vez en 70 años mi partido, el PRI, no tuvo mayoría en la Cámara de Diputados y ahí se me opuso un contrapeso real”.
Sin regatearle algunos aciertos a Zedillo, recordemos que dentro del paquete económico que discutíamos los Diputados de ese entonces durante diciembre de 1997 para el ejercicio fiscal de 1998, el Presidente todavía intentó un gesto de impulso autoritario. Como “bola rápida” nos había enviado un artículo transitorio de la ley de ingresos para 1998 en el que, de un plumazo, se reconocían como deuda pública los pasivos del FOBAPROA por un monto por arriba de los 600 mil millones de pesos de aquel tiempo, cifra semejante a la que podría disponer libremente Lopez Obrador si se le faculta como pretende, en su iniciativa de cambios a la Ley de Presupuesto recientemente presentada.
Volviendo a Zedillo, aquella era la solución del gobierno a la quiebra corrupta de la banca Salinista, acuñada en 5 renglones. El transitorio fue obviamente rechazado por la oposición y en su lugar, decidimos crear el IPAB y una serie de medidas nunca antes vistas que salvaron, no a los banqueros, pero si a los ahorradores y usuarios ordinarios de la banca. De haber tenido mayoría el PRI, como la tiene ahora MORENA, no se hubiera procesado a Lankenau o al Divino, ni se hubiera creado el IPAB que hoy es modelo de gestión para la protección del ahorro. Todo eso fue solución dada por la oposición y no por el gobierno.
Zedillo también podría presumirle: “si bien a mí se me debe la implementación de políticas de disciplina financiera que perduraron varios sexenios adelante, no debe olvidarse que fue la Cámara de Diputados de aquella LVII legislatura con mayoría opositora, la que por primera vez le impuso al Presidente un tope al déficit anual de hasta un 0.5% del PIB. Pero lo más relevante es que como Presidente tuve que aprender, muy a mi pesar, a manejar la economía nacional dialogando y acordando con la oposición”.
Es que si de suyo es pernicioso que el Presidente Andres Manuel Lopez Obrador tenga una mayoría sumisa en la Cámara de Diputados, que le ha aprobado sin mayor miramiento ni discusión todo proyecto legislativo y dos presupuestos federales con las consabidas necedades que incluyen programas electoreros, obras faraónicas y el estrangulamiento financiero de entes autónomos; ¿Se imagina usted qué pasaría si le aprueban al Presidente la iniciativa meta constitucional de disponer hasta del 10% del presupuesto, mediando hipótesis por demás flojas y manipulables? Tome usted en cuenta que esa facultad para manejar el 10% del presupuesto nacional, en realidad equivaldría a poder disponer de casi el 100 % del presupuesto que tiene margen de maniobra. Ello sería así, porque el resto del presupuesto suele estar comprometido en obligaciones pre contraídas o de gasto operativo del sector público.
Agotado que fue el recurso de la 4T de acusar de todo a los gobiernos anteriores, si AMLO le preguntara a Zedillo qué hacer ante la crisis económica, el ex Presidente bien podría aconsejarle a Lopez Obrador: “no intentes siquiera, hacerte de casi todo el presupuesto con margen de maniobra de un plumazo, como yo intenté pasar de bola rápida la deuda del FOBAPROA. Aunque aún no tienes contrapeso en la Cámara de Diputados, pronto lo tendrás. Por eso te recomiendo que desde ahora respetes su función, delicada por demás, de aprobar y modificar el presupuesto conforme al artículo 74 constitucional y, en una frase, ve pensando en cómo acordar con la oposición. En mi experiencia le fue bien al país”.
La draconiana iniciativa de reforma a la ley de presupuesto para facultar al Presidente a disponer del presupuesto de tal manera, ha despertado otra vez muy graves alertas. Espero que no solamente esa reforma sea rechazada, sino que esto inaugure la ruta para la construcción de una nueva conformación de la Cámara de Diputados en 2021, que obligue al ejecutivo a moderarse y a acordar con la oposición como ocurrió con Zedillo en 1997. En ese deseable escenario, bien haría Andrés Manuel Lopez Obrador en hacerle una que otra pregunta al Dr Zedillo…. Sé que no lo hará, pero se vale soñar.
Pero lo más importante es que sea la ciudadanía la que entienda la trascendencia de este contrapeso esencial para la vida de la república: una Cámara legislativa con mayoría opositora. Dentro de la imperfección de la democracia, es preferible la “lenta decantación de pareceres contrarios”, Carlos Castillo Peraza Dixit, que la imposición de la voluntad “iluminada” de una sola persona, máxime cuando el presunto iluminado ha demostrado tanta incompetencia.
Juan Marcos Gutierrez Gonzalez Diputado Federal en la LVII Legislatura 1997-2000 Ex Subsecretario de Gobernación.
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