Las mujeres en la música también han sido silenciadas por discriminación de género
La industria musical es tan solo un ámbito más en el que las diferencias entre hombres y mujeres se vuelven abismales, en donde también se encuentra la discriminación y el sexismo.
Artistas y compositoras buscan dentro de la música que su voz sea escuchada y por fin salir de la sombra en la que la historia y la sociedad las ha puesto.
Romper el paradigma es parte de la lucha de cada una de las mujeres que día a día alzan su voz o empuñan una guitarra dentro de la complicada escena musical.
Esta realidad es parte de la experiencia de Andrea, quien se interesó por la música desde muy pequeña, sin imaginar lo difícil que sería moverse con éxito en este ámbito.
Cuando comencé mi carrera musical, cantaba y tocaba la guitarra en una banda de rock, la clásica banda que todo adolescente debe tener, y a pesar de que mis compañeros (todos hombres) me trataban como un miembro más, el verdadero problema fue cuando comenzamos a presentarnos en pequeños festivales de rock, con más bandas locales.
Apenas despegando en una banda local, Andrea se dio cuenta de que “la escena” con todo lo que la compone, tiene suficiente hostilidad para las mujeres que desean hacer música.
Tristemente me fui dando cuenta que la música como cualquier otra área de trabajo, era también un mundo de hombres, en las bandas había pocas mujeres. En un pequeño festival con aproximadamente 7 ú 8 bandas, exageradamente habíamos 5 mujeres ejecutando algún instrumento.
Solo una muestra a pequeña escala de la realidad, hace dos años Auska Ovando publicó una investigación sobre los números musicales de más de 60 festivales de música de Latinoamérica, en 2016 y durante la primera mitad de 2017. Un 78.1% de artistas que han ocupado los escenarios de la región en 2017 fueron hombres, o bandas compuestas sólo por hombres.
Pero el problema no se acaba en la poca representatividad de las mujeres dentro de las bandas o festivales, Andrea además, tuvo que soportar ser objeto de acoso.
Yo era vocalista de la Banda y por supuesto me tocaba ser la “imagen” y sufrir acoso de los espectadores. En muchas ocasiones cuando me veían llegar con la banda, algunos o si no es que la mayoría daba por hecho que yo era la novia de algún músico o que era la “groupie” de la banda, entonces me empezaban a hacer la plática con la clara intención de acostarse conmigo.
“Grupie” es un término acuñado en a raíz de la revolución sexual de los sesentas, era la única figura femenina que se aceptaba entre los escenarios, las groupies son solo objetos sexuales al servicio de los hombres.
Cuando me veían en el escenario cantando (cosa que hago muy bien) y tocando mi instrumento, algunos comenzaban a respetarme y otros me despreciaban más, no sabía a ciencia cierta si su desprecio se trataba de una especie de ideología de género o solo la típica envidia que existe entre compañeros de trabajo. Ahí entendí que tenía siempre que esforzarme el doble que mis compañeros hombres simplemente por el hecho de ser mujer.
No es solo una percepción, Andrea pudo notar esta sutil violencia de género respecto a sus compañeros, cuando volcaba sus dudas a las pruebas, el talento y oficio arriba del escenario.
Las críticas que recibía siempre fueron más severas solo por ser mujer, ya que a otros compañeros, aún haciéndolo mal, se les aprobaba y se les aplaudía el sólo hecho de tener el valor de estar enfrente en el escenario y hacer música. Sin embargo para mí, la cosa era distinta, las personas estaban más al pendiente de mis errores, que de mis aciertos, siempre con la finalidad de desacreditar mi talento, esfuerzo y disciplina. Muchas fueron las insinuaciones de que me dedicará a otra cosa, algo aprobado para las mujeres.
Aunque actualmente Andrea sigue dedicándose a la música, ya no se desenvuelve en la escena del rock, es difícil pensar en cuántas mujeres han sido empujadas consciente o inconscientemente a alejarse de universos e imaginarios discriminatorios y sexistas como el rock.
Cifras recogidas por “Women in Music” señalan que la división de género en la industria de la música es alrededor de un 70% hombres y un 30% mujeres.
En Estados Unidos, solo el 15% de las discográficas son propiedad mayoritaria de mujeres; en Canadá, apenas el 6% de los productores reconocidos lo son y sólo un 7% del personal de ventas y desarrollo de la industria son mujeres.
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