El postureo expone a personas que muestran un pomposo compromiso social en redes sociales, pero después no mueven un dedo para cambiar la realidad
Las redes sociales se han convertido en una ventana pública a nuestra vida, un sitio en el que uno comparte nuestras alegrías, éxitos, aventuras y el amor que uno da y recibe para poder sentirnos valorados y aceptados.
Sin embargo, tanta exposición mediática ha vuelto a los usuarios seres dependientes de opiniones ajenas, con pocos a nulos intereses en los demás a menos que sea para generar likes.
Desde los nuevos cortes de pelo, la comida del día o la tierna mirada de la mascota, todo es digno de registrarse, compartirse y presumirse en un mundo inmerso en el postureo social.
¿Postureo?
Este nuevo término proviene de la palabra francesa “poser” que significa pose y con la cual jóvenes se referían peyorativamente a aquella personas que fingen ser lo que no son.
El uso de la palabra se extendió rápidamente para identificar a la gente que copiaba estéticas sin haber interiorizado previamente los gustos musicales, valores y costumbres de una tribu social.
Así pues, hacer gala de “postureo” significaba imitar la estética de un colectivo determinado sin hacer lo mismo con su ética, las razones por las que escuchaban tal o cual música, usaban determinada ropa o leían a determinados autores.
Con el tiempo, el postureo se ha independizado de esos pequeños ghettos de juventud para adentrarse al mundo digital, y entenderse como una persona que busca dar una imagen específica ante su familia o seguidores, pero no cualquier imagen, sino aquella que le permita “destacar” haciéndose una con los demás.
En esta nueva forma de fingir virtualmente prácticamente cualquier persona puede participar, sin importar su edad o género, y vuelven sus ideologías en algo fácilmente comerciable.
Las nuevas formas de postureo
Las redes sociales han ampliado la capacidad de transformar y posturear nuestra personalidad cuantas veces sean necesarias a través de un “me gusta” o un “compartir”.
Los usuarios se mueven al ritmo de la corriente ética en boga y pasan a ser pro aborto, pro vida, pro feminismo, pro colectivo, pro ambientalista, pro veganismo, o cualquier movimiento ciber-social, al adoptar en sus redes una imagen que los identifique como parte del grupo.
Al mismo tiempo, la necesidad de validar ese pensamiento “obliga” y orilla a muchos de los adeptos a compartir acciones “congruentes” con su nueva postura.
Postureo ético
El principal problema con el postureo, más allá de si es una forma de expresión válida, viene cuando un movimiento de lucha cae en el colectivo social sólo para generar likes.
Un ejemplo de ello ocurrió cuando en los Golden Globe Awards de 2018, muchas actrices de Hollywood usaron ropas negras como eco a las campañas #MeToo y #TimesUp contra el acoso sexual.
Aunque muchas de las participantes se encontraban comprometidas con este tipo de denuncia, muchas fueron criticadas por participar en un movimiento en el que no creen y realmente no hacen nada por cambiar.
Así el postureo ético expone a personas que muestran un pomposo compromiso social en público y en las redes sociales, pero después no mueven un dedo para cambiar la situación que denuncian.
Todo se basa en las redes sociales
De acuerdo con Oxford Learner’s Dictionaries, el postureo que antes se ejercía en la calle, hoy se ejerce desde la soledad de los dispositivos electrónicos, en el momento de seleccionar fotografías y darle al botón de subir imágenes inicia la homogenización del pensamiento.
La rápida popularización del palo selfie, por ejemplo, refuerza esta conducta al hacer más fácil la tarea de plasmar gráficamente un hecho: “yo estuve aquí” y por algún motivo necesito compartirlo con el mundo.
El nuevo postureo es un artefacto nacido en la globalización que se rige por un mecanismo de todo o nada. Si hace dos años la gente se reía de los primeros turistas chinos que viajaban con un palo selfie, hoy es perfectamente normal usarlos. Si hace unas décadas la gente fingía para distinguirse, hoy lo hace para parecerse más a los miembros de la aldea global.
Esperemos que en este afán por demostrar lo que se es o no, no se eclipsen las formas de vivir la vida de manera espontánea y original.
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