En sus trayectos ¿han notado si existen suficientes rampas para personas con discapacidad? ¿señales para que un sordo se guíe? ¿o alertas en los semáforos?
Hoy muchos salimos de la casa y nos dirigimos al trabajo o a la escuela. Quizá salimos de prisa y corrimos hacia el automóvil o a perseguir al camión. Tal vez bajamos rápido por las escaleras del metro o subimos hacia algún puente peatonal.
Pero, ¿se han puesto a pensar cómo llevar a cabo estas actividades si no pudieran ver o caminar?
Y no pensemos en una discapacidad permanente. Sólo tratemos de imaginar cómo sería la vida si por unas semanas usáramos muletas. Cómo modificaría su día si por una infección dejaran de escuchar; o tal vez por un percance perdiera temporalmente la vista.
Lo que para muchos sería una tragedia, para más de 6 millones de mexicanos forma parte de su día.
Ahora les pregunto, en sus trayectos ¿han notado si existen suficientes rampas para discapacitados? ¿señales para que un sordo se guíe? ¿o alertas en los semáforos para quien no puede ver? ¿Su localidad ha puesto en práctica políticas públicas para facilitar la vida a quien tiene algún tipo de discapacidad?
Creo que muchos sabemos la respuesta. Y mientras se toman acciones para que esto cambie, quizá como ciudadanos debamos empezar a ser empáticos con quien tal vez necesite nuestra ayuda, pues sin duda que entre todos les haríamos más fácil la vida.
Cifras del INEGI reportan que por cada 100 personas con discapacidad, 39 la tienen porque sufrieron alguna enfermedad, 23 por edad avanzada -sí, allá donde vamos todos- 16 la adquirieron por herencia, durante el embarazo o al nacer, 15 por alguna lesión por un accidente y el resto por diversas causas.
En decir, hay 77% de probabilidades de que todos estemos expuestos a algún tipo de discapacidad en algún punto de nuestra vida. ¿Cómo te gustaría ser tratado en la calle o en establecimientos ante esto? ¿Con qué accesos y apoyos te gustaría contar? Quizá cuando notamos lo vulnerables que somos, ponemos en perspectiva lo que deberíamos empezar a exigir como sociedad.
¿No sabes cómo ayudar a un discapacitado? Empieza considerando que su restricción puede ser física o mental. Conociendo la terminología adecuada para saber cómo dirigirnos a ellos.
Al momento de querer ayudarlos, no tener miedo de preguntar si necesitan algo y cómo podemos apoyarlos. Actuar con naturalidad, con un lenguaje claro, sin modificar la voz y sobre todo siendo pacientes y respetuosos.
Recomendaciones que seguramente nos ayudarán a tener una mejor sociedad. Esa que prefiere aprender lenguaje a señas o braille, en lugar de debatir en las redes la pertinencia de usar “todes”, para no discriminar.
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