Los ritmos circadianos son mecanismos que se origina al interior de nuestro organismo y nos permiten adaptarnos a la variabilidad por la rotación del planeta
Para 2030, se estima que 39 por ciento de los mexicanos tendrá obesidad, asociada a complicaciones de salud como diabetes y enfermedades cardiovasculares, pero también los patrones de sueño.
“Las principales causas son los malos hábitos alimenticios y la vida sedentaria, otro factor importante que contribuye es la perturbación de los ritmos circadianos, afirmó Lucía Mendoza Viveros, posdoctorante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM.
De manera natural, y como animales diurnos, al formar ritmos y hábitos bien establecidos, donde nuestras actividades y alimentación se den durante el día y el descanso durante la noche, se contribuye a que el organismo se sincronice con los estímulos del exterior; así se favorece la obtención de energía para utilizarla durante el día, y nos preparamos para el ayuno en la noche, explicó.
Sin necesidad de someterse a una dieta específica, comiendo de manera balanceada sin restricción de ningún alimento, una persona podría llegar a tener un metabolismo estable, dijo la ganadora de la Beca para Mujeres en la Ciencia L’Oréal-Unesco- Conacyt-AMC 2019, en el área de Ciencias Naturales.
“Se ha visto que hay beneficios importantes al consumir alimentos dentro de un lapso de 10 a 12 horas durante la primera parte del día, y el resto del tiempo permanecer en ayuno. Esto además contribuye a forman buenos hábitos”.
Al exponer su proyecto de investigación, destacó que el equipo con el que colabora (del IIBm y del Instituto Nacional de Medicina Genómica) estudia los ritmos biológicos relacionados con los procesos del cuerpo, y cómo varían a lo largo del día para adaptarse a los cambios en los ciclos diurnos y nocturnos.
Uno de esos procesos es el metabolismo energético, que implica el balance entre el almacenamiento de energía, cómo se gasta y los métodos que muchos órganos periféricos (como el hígado, corazón y páncreas) realizan para esa tarea. “Podría pensarse que la regulación depende exclusivamente de los órganos periféricos, pero también hay regiones especializadas del cerebro que se encargan de enviar señales de cuándo consumir energía y cuándo gastarla.
La universitaria expuso que se han aplicado cronoterapias (acoplamiento de un tratamiento médico con nuestro ritmo circadiano) en las que se consumen alimentos entre las siete de la mañana y las siete de la noche, nada antes ni después, y se ha comprobado su eficacia en la disminución del peso corporal aunque no se restrinjan las calorías.
No obstante, aclaró, un metabolismo estable no es una solución para la obesidad, pues la mejor manera de perder peso es disminuir el consumo de energía y aumentar su quema, es decir, hacer ejercicio y comer de manera saludable.
Quienes realizan investigaciones al respecto, consideran que la interrupción regular de los patrones de sueño puede confundir al reloj biológico, es decir, al ritmo circadiano, que regula nuestro metabolismo, y “eso se ha visto con el llamado jetlag social, que se produce cuando hay grandes diferencias entre el horario de sueño de la semana laborable con el fin de semana o días de asueto, donde se rompe la sincronía con los ritmos del día y la noche.
Los ritmos circadianos son mecanismos endógenos (se origina al interior de nuestro organismo) y nos permiten adaptarnos a la variabilidad ambiental de cada 24 horas por la rotación del planeta.
En los mamíferos, en particular, el sistema circadiano tiene una estructura jerárquica: en el hipotálamo hay un reloj central, un núcleo supraquiasmático (centro principal de regulación de los ritmos circadianos, que recibe información lumínica,), cuyo trabajo es saber la hora del día y dar esa información al resto del cerebro y de los órganos del cuerpo, concluyó la universitaria.
Contenido relacionado