Un calzado que no es de la talla del menor, y que se utiliza por un periodo prolongado, puede generar problemas como callosidades, juanetes y uñas enterradas
Con el próximo inicio de clases, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) recomienda a padres de familia, al momento de elegir el calzado escolar de sus hijos, que sea cómodo, seguro, ligero, y que se adapte de manera óptima, esto es, con una diferencia entre 7 y 15 milímetros (un número) entre el tamaño del pie y del zapato o tenis.
El doctor Héctor Torres Martínez, Coordinador de Programas de Cirugía en la Coordinación de Atención en Segundo Nivel del IMSS, explicó que estos consejos deben aplicarse durante el periodo en que se cursa la educación básica -entre los tres y 15 años-, por ser una etapa de crecimiento.
Para ello, dijo, una técnica sencilla es colocar el pie del menor en una hoja blanca con los dedos extendidos, trazar el contorno y medirlo con una regla; si hay una diferencia igual o menor a 5 milímetros (medio número) entre el pie y el calzado, es mejor sustituirlo en las siguientes dos o tres semanas.
Un zapato que no es de la talla del niño, niña o joven, y que se utiliza por un periodo prolongado, puede generar problemas; los más frecuentes son la formación de callosidades, juanetes y uñas enterradas, que producen molestias al caminar, indicó el especialista del IMSS.
Añadió que, el uso constante de tacones que supera los cuatro centímetros llega a provocar deformidad en la planta del pie, lo que produce arco excesivo (pie cavo), acortamiento del tendón de Aquiles, retracción de los dedos (pie de garra) o sobrecarga con dolor en la planta de los pies cerca del inicio los dedos (metatarsalgia), entre otros.
“El pie no está diseñado para apoyar sólo con la parte delantera, es el efecto que producen las zapatillas; al haber un pie en crecimiento, es susceptible de modificarse más fácilmente y si con los tacones lo forzamos a tener una posición viciosa, va a deformarse gradualmente y a generar efectos secundarios”, expuso.
Torres Martínez destacó que para la práctica de algún tipo de actividad como gimnasia, básquetbol o futbol, se compre tenis propios para estos deportes, pues al ser más rígidos y con el uso diario, limitan la movilidad y el desarrollo de la pantorrilla y el pie.
En el caso de requerimientos especiales, está la posibilidad de adquirir calzado de horma anatómica, el cual es más costoso pues además de considerar la longitud del pie como ocurre en cualquier zapatería, en su elaboración también se mide el ancho y alto del empeine, señaló.
El especialista del Seguro Social sugirió a los padres revisar cada seis meses si el zapato o tenis que usa el menor sigue siendo de su talla o es preferible cambiarlo.
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