Quien sintió miedo por lo que vio el viernes en la manifestación feminista, quizá ahora tenga una idea de lo que sienten miles de mujeres en México al salir todos los días
Este fin de semana, las redes sociales continuaron lo que el viernes nos dejó la Manifestación feminista en la Ciudad de México. Un acalorado debate y un intercambio de insultos entre quienes defienden el actuar de las mujeres en la protesta.
Y quienes repudian los daños realizados por feministas radicales a estaciones del metrobús, comercios y las pintas en el Ángel de la Independencia.
Quien sintió miedo por lo que vio el viernes en las calles, quizá ahora tenga una idea de lo que sienten miles de mujeres en México al salir todos los días fuera de una manifestación.
Aterradas por la indiferencia de los demás, en donde nadie ve, nadie escucha y nadie ayuda. En donde pedir apoyo a un MP es ser tratada como provocadora o solicitar auxilio a una autoridad escolar es sinónimo de burlas.
Durante la marcha las cosas se salieron de control, sí. Hubo excesos, también. Se rompió la ley, por supuesto. Conductas de hartazgo y las típicas provocaciones a modo que se olvidan como gobierno mientras se utilizaron como oposición.
Pero por que aquí nos indignan tanto, cuando es lo que permitimos todos los días en el país. Poniendo nuestro granito de arena con el a mi no me toca, ya estaba así o para no caer en provocaciones.
El resultado, daños que cientos de padres pagarían gustosos si supieran que un vidrio nuevo les regresaría a sus hijas. Que un producto de limpieza les devolvería la tranquilidad a sus hermanas violadas. O que el sueldo de un restaurador de monumentos históricos, le pararía el llanto a una madre que pide por esa hija que jamás regresará.
Por lo pronto, nos seguimos dividiendo. Seguimos pensando que indignarse por una cosa, es dejar de indignarse por otra. Que si me gusta el color azul, entonces odio el color rosa. Y olvidamos que somos seres más complejos capaces de hacer y luchar por 20 cosas a la vez. Pues lo nuevo, no olvida lo viejo.
En un par de meses los daños quedarán cubiertos. Pues aquí siempre sobrarán ligas, para amarrar el dinero en el Poder. Y la Victoria Alada seguirá siendo visitada por quienes quizá no se imaginen que el 56% de este territorio tiene una alerta de violencia de género. En donde hay 1 violación cada 4 horas y 9 mujeres no regresarán a casa hoy.
Por eso hay que unirnos mexicanos, pues todos sabemos lo que es correcto y lo que no. Dejemos de vivir en el país de los vagones para mujeres y los autobuses color rosa.
Y entendamos que esta lucha no es contra los hombres, sino contra los violadores, los asesinos, los golpeadores y los cobardes, una especie sin género que entre todos debemos acabar.
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