El obispo es un sucesor de los apóstoles junto con el papa; teniendo tres funciones básicas: enseñar, santificar y gobernar
Al cumplirse 24 años de que el obispo Onésimo Cepeda recibió la ordenación episcopal el 12 de agosto de 1995 por parte de parte del arzobispo Girolamo Prigione, Nuncio Apostólico en México en aquel entonces, revisemos cómo es el proceso de este sacramento.
Antes que otra cosa, debemos entender que dentro del cristianismo, un obispo ( del vocablo griego epískopos, que puede traducirse como “supervisor” y que llegó al latín tardío como episcŏpus) es el sacerdote cristiano que recibe el liderazgo de supervisar a los pastores o sacerdotes, según el caso, de un territorio determinado.
Así, tanto la Iglesia católica como la ortodoxa, la Comunión anglicana y algunas luteranas afirman que la sucesión apostólica se preserva a través de la ordenación de obispos de forma personal e ininterrumpida desde los tiempos de los apóstoles hasta la fecha.
En pocas palabras, son los sucesores de los apóstoles junto con el papa, quien es a su vez obispo de Roma; teniendo tres funciones básicas: enseñar, santificar y gobernar.
El obispo en cada diócesis ocupa el centro de la iglesia local, y, ayudado por su presbiterado, tiene autoridad máxima en materia de magisterio, santificación y gobierno. También tiene la responsabilidad de la pastoral de la diócesis, conociéndose también como obispo ordinario u obispo diocesano.
Mientras que los arzobispos y patriarcas en realidad son obispos a cargo de varias diócesis que han sido agrupadas en una unidad llamada arquidiócesis, con la misma plenitud de orden que aquellos de sus compañeros que tienen el título de una diócesis local, pero con diferente función “administrativa” en las denominadas provincias eclesiásticas o agrupaciones de diócesis.
Los obispos poseen símbolos muy característicos que muestran su dignidad, como por ejemplo las vestiduras de color púrpura, un anillo y una cruz. En las ceremonias solemnes, llevan la mitra y el báculo pastoral.
Según el Código de Derecho Canónico de 1983 establece que el nombramiento de los obispos es una atribución exclusiva del papa y para la idoneidad de los candidatos a serlo, se requieren una serie de características como:
- Insigne por la firmeza de su fe, buenas costumbres, piedad, celo por las almas, sabiduría, prudencia y virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que le hacen apto para ejercer el oficio de que se trata.
- De buena fama.
- De al menos 35 años de edad.
- Ordenado presbítero al menos cinco años antes.
- Doctor, o al menos licenciado, en Sagrada Escritura, teología o derecho canónico por un instituto de estudios superiores aprobado por la Sede Apostólica, o al menos verdaderamente experto en esas disciplinas.
De esta manera, la Misa de Ordenación de un obispo puede ser una liturgia larga cargada de simbolismos como:
Procesión: La procesión de entrada es uno de los momentos más emotivos y fotogénicos de cualquier gran liturgia.
Veni, Creator, Spiritus: La oración “Ven, Espíritu Santo” se canta después de la lectura del Evangelio y marca el comienzo del Rito de Ordenación de la Misa. La antigua oración invoca al Espíritu Santo.
Presentación del Elegido: El obispo electo es presentado al obispo consagrante por dos sacerdotes auxiliares de la archidiócesis.
Carta Apostólica: La carta apostólica del Papa Francisco es leída en voz alta por el arzobispo, la cual da testimonio del deseo del Vicario de Cristo de que un hombre reciba el tercer y último “grado” del Sacramento de la Orden, es decir, el episcopado.
Consentimiento: Después de leer el documento, todos los presentes dan su aceptación a la elección del obispo diciendo: “Demos gracias al Señor”.
Nueve Promesas: Después de la homilía, se hacen nueve preguntas al obispo electo para determinar si el candidato está: 1) preparado para cumplir este deber sagrado hasta el final de su vida; 2) permanecer “fiel y constante” en la proclamación del Santo Evangelio, 2) Sin cambiar el “depósito de fe” que los apóstoles han pasado a lo largo de los siglos, 4) “construir la Iglesia como Cuerpo de Cristo”, 5) “permanecer unidos a ella dentro de la Orden de los Obispos bajo la autoridad del sucesor del apóstol Pedro, 6) guiar al pueblo de Dios “como un padre devoto”, 7) “ser acogedor y misericordioso con los pobres”, 8) “buscar a las ovejas que se desvían” 9 ) Y orar incesantemente por el pueblo de Dios.
Letanía de los Santos: El consagrante principal invita a todos los fieles a orar por el obispo electo, que luego se prosterna mientras toda la congregación canta la Letanía de los Santos.
Imposición de Manos y Oración de Ordenación: El consagrante principal pone las manos sobre la cabeza del obispo electo. Entonces, el Libro de los Evangelios abierto se coloca sobre la cabeza del obispo electo, mientras que el consagrante principal ofrece la Oración de Consagración, en parte con todos los obispos consagrantes.
Unción e Investidura: El Libro de los Evangelios es removido de encima de la cabeza de los nuevos obispos. El consagrante principal unge la cabeza del nuevo obispo con el Sagrado Crisma, le entrega el Libro de los Evangelios, le coloca el anillo en el dedo, la mitra en la cabeza, y le da el báculo pastoral.
Asiento del nuevo obispo: El nuevo obispo ocupa el primer lugar entre los obispos co consagrantes.
Beso de Paz: Antes de que la Misa continúe, el Rito de Ordenación termina con el beso de paz del consagrante principal y de todos los demás obispos presentes.
De ahí en adelante, el nuevo obispo junto con los arzobispos, obispos auxiliares y nuncios apostólicos recibirán adjetivo de “Monseñor” y el trato que deben recibir será como “Excelencia Reverendísima”, abreviado en Su Excia. Revma. y V. Excia. Revma.
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