Salvador Novo es un referente obligado para entender una actualidad en la que se enarbola la bandera de la inclusión de todas las minorías y diversidades
Salvador Novo nació en el seno de una familia de clase media un 30 de julio de 1904 en la Ciudad de México, previo a la Revolución Mexicana. Pero en 1910, cuando inicia el conflicto armado, huyen al norte del país. Sin embargo, la violencia desatada marcó su existencia.
Escritor mexicano del que sobresalen sus crónicas, poemas y piezas de teatro, en 1965 se le nombró Cronista de la Ciudad de México. Con su crítica mordaz, polémica y escandalosa, lo mismo irritaba que fascinaba entre los intelectuales de su época.
Pionero del movimiento homosexual, Salvador Novo es para muchos uno de los intelectuales más brillantes que dio México en las primeras décadas del acelerado siglo XX, dando cátedra del sarcasmo y la mofa, a la que muchos, a falta de argumentos para rebatirle, intentaban atacarlo a través de su homosexualidad que siempre reconoció y asumió con jocosidad.
Prosista, poeta, dramaturgo, historiador, director teatral y experto gastronómico, elaboró un personaje disruptivo para un México de buenas conciencias que, en los comienzos de la modernidad de la capital, alentaba los chismes y el morbo, ostentando su “debilidad” como su principal fortaleza.
Salvador Novo participó de manera activa en la renovación de la literatura mexicana, al ser parte del grupo Contemporáneos, fundado en 1928 y donde concurrían personajes como Jaime Torres Bodet, Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia.
También fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y en 1967 obtiene el Premio Nacional de Literatura, dejando entre su legado para la cultura el Teatro de Ulises y el teatro La Capilla.
Referente obligado para entender una actualidad en la que se enarbola la bandera de la inclusión de todas las minorías y diversidades que se cobijan bajo el arcoíris. Discurso que no sería posible sin su legado que, en un México todavía más homofóbico, intolerante y discriminante, desprovisto de normativas jurídicas o manifestaciones públicas del gay.
Hay quien lo ha calificado como el homosexual belicosamente reconocido que supo sortear motes, burlas y cotilleos, con tal de ser él mismo.
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