México necesita estudiantes que sean personas de cambio, de esas que se hacen con conocimientos y sueños, no por la calidad de sus pretextos
Cuando hablamos de estudiantes, ya no sé si hablamos de personitas especiales o de clientes satisfechos. De jóvenes y jovencitas a las que hay que hablarles bonito o personas a las que no hay que exigirles tanto para que no se vayan a traumar. Niños y niñas criados como seres especiales tan sólo por el hecho de haber nacido. Pero, ya en serio ¿qué se espera de un estudiante?
De entrada que se den cuenta que son una élite afortunada, pues sin importar donde estudien, ya forman parte de un grupo al que no cualquiera puede aspirar. Afortunados por estar cerca del conocimiento y de una oportunidad para demostrar que son tan valiosos como presumen ser.
Un buen estudiante aprende a resolver problemas y a desarrollar sus capacidades. Trabaja en equipo apoyando con sus habilidades. Toma decisiones con base en el conocimiento. Argumenta y sabe que primero hay que ser competente y luego competitivo. Sustenta lo que dice, es tolerante, paciente, pero preciso.
No espera a que el profesor lo convenza de lo que tiene que saber, aprende cómo aprender y así utilizar las herramientas y tecnología a su alrededor para hacerse bueno en el área que se ha marcado como objetivo de vida.
Si no está de acuerdo con lo que le enseñan, refuta con argumentos o se vuelve autodidacta, demostrando que el sistema está por debajo de sus necesidades. No ve a las aulas como guarderías pues sabe que afuera hay filas interminables de aspirantes en busca de una oportunidad.
Crea utopías, pues para eso es la escuela. Se equivoca en los talleres para evitar equivocarse en la vida real. Aprende de sus errores, es responsable, comprometido y puntual. Se autoevalúa para saber si va por el camino correcto. Exige conocimiento y nunca pierde el interés por investigar.
Con el tiempo, se ganará el respeto por lo que sabe y no por la marca de su diploma. Le pagarán por lo que soluciona y no por la calidad de sus pretextos. Tendrá nervios y tropiezo pero siempre aprenderá de ellos. Y rezará porque las oportunidades le lleguen cuando estés listo y no cuando las quieras. Pues podría darse cuenta que dejó ir una oportunidad por no escuchar la clase y estar atendiendo el Whats.
Y por favor, no sean del montón, México necesita personas de cambio, de esas que se hacen con conocimientos y sueños. Y no pensando que la contaminación se acaba sacando más autos de circulación.
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