Planeaban levantarse en armas contra el virrey Venegas el primero de octubre de 1810, pero los descubrieron a mediados de septiembre
Miguel Hidalgo y Costilla nació en San Diego Corralejo, Guanajuato en 1753. Era uno de los patriotatas mexicanos que iniciaron la lucha por la independencia.
Pertenecía a una acomodada familia criolla. A los 12 años se trasladó a la ciudad mexicana de Valladolid (actual Morelia), donde realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás; después iría a la Ciudad de México para cursar estudios superiores. En 1773 se graduó como bachiller en filosofía y teología.
En 1778 había sido ordenado sacerdote. Tras recibir las órdenes sagradas, el cura Hidalgo ejerció en varias parroquias. Ya entonces hablaba seis lenguas (español, francés, italiano, tarasco, otomí y náhuatl) y a su biblioteca empezaban a llegar las obras de autores franceses entonces considerados contrarios a la religión y a la corona española.
A la muerte de su hermano Joaquín (en 1803), Miguel Hidalgo lo sustituyó como cura de la población de Dolores, en el estado de Guanajuato. Ahí además de ejercer generosamente su magisterio eclesiástico, emprendió tareas de gran reformador y de prócer ilustrado, llevando a la práctica sus ideas entre sus feligreses (en su mayoría indígenas), en un intento de mejorar sus condiciones de vida.
El inicio de Hidalgo en el movimiento de oposición
Desde 1808 Miguel Domínguez, el corregidor de Querétaro, había promovido la formación de un congreso americano y era partidario de una gobernación autónoma. Miguel Hidalgo llegó a Querétaro invitado por Allende a principios de septiembre de 1810.
Planeaban levantarse en armas contra el virrey Venegas el primero de octubre de 1810, pero los descubrieron a mediados de septiembre. Hidalgo y algunos otros conspiradores lograron ponerse a salvo gracias al aviso de Josefa Ortiz de Domínguez y se trasladaron a Dolores.
La noche del 15 de septiembre, el cura pidió la ayuda de los parroquianos de Dolores, liberó a los presos políticos de la cárcel y tomó luego las armas de la guarnición local. A la mañana siguiente convocó una misa a la que asistieron numerosos partidarios de las cercanías, y en ella hizo un llamamiento a alzarse en armas contra las autoridades coloniales; más tarde se le conocería como el Grito de Dolores.
El llamado de Hidalgo fue atendido por centenares de campesinos de los lugares cercanos y, a medida que avanzaban, se les iban uniendo peones e indios de las comunidades. Éstos veían en la revuelta la posibilidad de mejorar su mísera situación, provocada por las malas cosechas y el alza de precios.
Murió en Chihuahua, 1811. El gobierno virreinal estaba convencido de que con la muerte de los caudillos, fusilados en Chihuahua, acabaría el movimiento insurgente, pero no pasaría así.
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