¿Cómo estamos en México en el respeto a los derechos de autor y propiedad intelectual? ¿Qué es lo más falsificado? ¿Somos conscientes del daño generado?
Al mencionar la propiedad intelectual nos referimos por definición a un bien económico que incluye tanto productos intangibles (ideas), como físicos (productos), que ha sido reconocido en la mayor parte de las legislaciones mundiales y está sujeto a la explotación económica por parte de quienes ostentan sus patentes o derechos legales.
En este sentido, los países miembros de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) eligieron en 1970 el 26 de abril para conmemorar el Día Mundial de la Propiedad Intelectual, a fin de promover la creatividad y la conciencia de respetar las patentes, pues promover estos derechos implica generar una cultura de protección y respeto.
En 2019, la campaña del Día Mundial de la Propiedad Intelectual –Aspirar al oro– observa de cerca el mundo deportivo, explorando cómo la innovación y la creatividad respaldan el desarrollo del deporte que. ha pasado a ser una industria mundial multimillonaria –que genera inversiones en infraestructura (desde los estadios hasta las redes de radiodifusión), generando millones de empleos a nivel global.
Pero, en el caso de México, ¿cómo estamos en el respeto a los derechos de autor y propiedad intelectual? ¿Qué es lo más falsificado?
Si caminamos por las calles o recorremos cualquier mercado o tianguis del país, veremos que discos de música, películas, libros, calzado, ropa, software, medicamentos, bebidas y hasta alimentos son falsificados o clonados, pese a los riesgos para la salud que pueda representar.
Y toda esta oferta existe como respuesta a una gran demanda. Como botón de muestra está la Encuesta de Hábitos de Consumo de Productos Piratas y Falsificados en México, elaborada en 2009 por la American Chamber
of Commerce of Mexico (AMCHAM), que arrojó que al menos 76 de cada 100 mexicanos compraba productos pirata, generando pérdidas millonarias tanto a la industria formal como al fisco. Y eso, hace una década.
Para 2011, “La Cuarta Encuesta de Hábitos de Consumo de Productos Pirata y Falsificados dejaba ver que ya eran 8 de cada 10 personas las que habían aceptado haber comprado un producto pirata durante el último año.
Paradójico resulta que, pese a que la población manifiesta saber que al consumir piratería está realizando un acto ilegal que tiene efectos negativos para el país, predomina una aceptación generalizada hacia ella, lo que en el imaginario colectivo se procesa como “es ilegal pero no grave” que, a demás no les afecta directamente. En buena medida, como secuela de la impunidad que reina en México y no ver la relación de dicha actividad con el crimen organizado.
Pero, con el paso de los años, los cambios tecnológicos y el auge tanto de Internet como de las redes sociales, se fue moviendo también el consumo de productos apócrifos hasta llegar a que el 53% de la población que utiliza la web reconoce haber descargado con bastante frecuencia música, películas o series de televisión piratas; en la mitad de los casos lo hacen desde su casa.
En este caso, son los varones los más propensos a adquirir software, videojuegos, libros digitales, accesorios de telefonía y cómputo, frente a las mujeres que adquieren más calzado, ropa, accesorios como bolsas, cinturones o lentes, y juguetes.
Así, datos de 2015 del Quinto Estudio “Piratería: Entendiendo el mercado sombra en México” encargado también por la AMCHAM y realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C. (CIDAC), nos dejan ver que los principales sitios para adquirir productos pirata seguían siendo los tianguis o mercados, pero el auge tecnológico había provocado un cambio en el perfil del consumidor, cambiando la edad, el poder adquisitivo y la escolaridad.
De esta forma, la mayoría de los consumidores de productos físicos (discos, ropa, calzado o accesorios) seguía concentrándose en los grupos de consumo bajo y moderado. Mientras que en piratería digital, los consumidores pertenecen a un segmento que responde al auge del Internet, sintiéndose con derecho a obtener toda la información y contenidos que desean de forma gratuita.
Siendo las categorías de productos más consumidos:
- Música, películas, ropa y calzado
- Cosméticos, productos eléctricos, de limpieza y medicamentos
- Software, juguetes, videojuegos, productos de cuidado personal y electrónicos
- Cigarros y bebidas alcohólicas
Por grupo de edad, escolaridad y nivel socioeconómico, sobresale que los principales consumidores de música pirata física es la población entre 18 y 44 años, con un nivel mínimo de preparatoria y de nivel socioeconómico C- (medio bajo, con un ingreso mensual de 14,023 pesos.
Si bien mucha de la mercancía apócrifa es de manufactura doméstica, los principales puertos de entrada a México de mercancía pirata son Manzanillo, Lázaro Cárdenas, Ensenada y Chetumal, gracias a la omisión de autoridades coludidas con los traficantes.
Y eso, solo en materia de piratería, pues también está el terreno del plagio en el que se copian o usurpan obras artísticas o intelectuales de cualquier tipo, sin pedir permiso o reconocer al autor original y aquí cabe desde una novela hasta un automóvil.
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