¿Qué mensaje le damos a los estudiantes y padres que sí cumplen y obtendrán el mismo resultado que aquellos que no entregan trabajos y no participan?
Quiero preguntarles algo. ¿Le dejarían de reclamar a un médico su negligencia por miedo a que se vaya a traumar? ¿No le exigirían a un arquitecto la reparación de los daños, si la casa que les construyó se viene abajo, sólo para evitar que se ponga triste?
¿O se quedarían con los brazos cruzados si perdieran un juicio porque a su abogado le dio flojera entregar las pruebas.
Seguramente muchos ya sabemos la respuestas. Entonces ¿por qué nos da miedo exigir una buena preparación y compromiso a los niños y jóvenes durante su educación escolar?
Esta semana, el secretario de Educación dio a conocer que los niños de preescolar y de primero y segundo de primaria no podrán reprobar por inasistencias ya que sería ridículo reprobar a un pequeño por faltas, pues eso es responsabilidad de los padres.
A esto sumemosle los comentarios acerca de que copiar no es malo. Y a iniciativas pasadas que prohibían que alumnos de primaria y secundaria se quedaran rezagados por malos resultados académicos. ¿Realmente es una buena filosofía para los futuros profesionistas?
O pongámoslo en estos términos. Sería correcto tener una base de mala calidad en los cimientos de un edificio, tan sólo porque vamos empezando. O son estos cimientos lo más importante para evitar que a futuro se caiga toda la construcción.
Es más, qué mensaje le damos a los alumnos y padres que si cumplen. ¿Que obtendrán el mismo resultado que aquellos que no asisten, no reciben conocimiento, no entregan trabajos y no participan?
Trabajo con estudiantes y en algunas ocasiones me encuentro con alumnos sin capacidad de frustración o aquellos que se les viene el mundo encima en la universidad porque jamás habían tenido un fracaso, pues a alguien se le hizo feo decirles que no estaban haciendo lo correcto.
O peor aun, jóvenes a quienes les dijeron que eran lo más valioso de este mundo, y que deberían de ser tratados de forma especial sólo por haber nacido y no por sus logros y esfuerzos.
Al final, ¿con qué enseñanza nos quedamos? Qué hubiera sido de las grandes personalidades si en su vida no hubiera habido pruebas, fracasos, errores o esfuerzos. Con mayor razón en las aulas de clase. Espacios hechos para cometer errores y aprender a solucionarlos.
Pues en la vida real, rara vez se dan segundas oportunidades o estrellitas en la frente sólo por haberlo intentado.
¿Vale la pena seguir pidiendo el mínimo a los estudiantes? Los estamos preparando para la vida. Es más, si en este instante dejaran de estar en la vida de sus hijos, ¿contarían ellos con las herramientas necesarias según su edad para sobrevivir? Eso pone las cosas en perspectiva. Escucho sus opiniones.
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