En diversas ocasiones se ha sabido del vínculo que se crea entre una persona autista y su perro, pues los canes suelen ser quienes desarrollan sus confianza
James es un pequeño autista de nueve años, él no tolera el contacto ni de su familia, tampoco puede hablar, pero el niño tiene un gran e incondicional amigo: Mahe un perro que además de acompañarlo, le infunde confianza.
Es tal el vínculo que han creado que incluso al hospital acompañó a su humano amigo, tan importante es su amistad que los médicos permitieron que Mahe permaneciera junto a James en el Hospital del Niño de Wellington (Nueva Zelanda) cuando el menor se sometió a unas pruebas médicas.
“Mahe es su mejor amigo, lo es todo para él”, cuenta Michelle, mamá de James.
Cuando su dueño llegó anestesiado “él solo podía mirarlo fijamente, con verdadera preocupación”. Mientras la madre de James esperaba a que el escáner del pequeño terminase, Mahe también se sentó a su lado para calmarle. La vida de la familia entera cambió cuando el animal de compañía llegó a sus vidas.
“No podíamos ir ni a tomar un café. James se ponía muy nervioso y quería irse inmediatamente. Pero cuando Mahe llegó James se sentaba ahí con él, esperando a que termináramos nuestros cafés”, confesó Michelle.
La historia de amistad entre este niño y su labrador negro se ha viralizado en Facebook, pues conmueve la lealtad y el amor que prodigan los canes.
No es la primer historia que se conoce de alguien con autismo que es ayudado por un perro, por lo que otros hospitales deberían permitir estas medidas, siempre y cuando no pongan en riesgo a otros pacientes.
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