La epilepsia no es contagiosa y por fortuna para muchos casos, existen tratamientos a base de fármacos o dietas que controlan las crisis
Imagina que por un momento pierdes el dominio total de tu cuerpo, el cual se sacude rápidamente y sin control debido a un fallo en las neuronas que por un instante envían descargas eléctricas al mismo tiempo causando convulsiones.
Así es la vida de quien padece epilepsia, un mal que afecta a más de 50 millones de personas en el mundo.
Pueden provocarla tumores cerebrales, algún golpe fuerte, una intoxicación por alcohol o drogas, por una inflamación en las membranas que rodean a la espina y al cerebro, o por genética.
No es contagiosa y por fortuna para muchos de estos casos existen tratamientos a base de fármacos o dietas que controlan las crisis. Además de operaciones que incorporan un dispositivo de estimulación eléctrica en el paciente.
Después de un buen diagnóstico y con la aprobación médica, quienes la padecen puede asistir a la escuela sin problema, aunque tanto profesores como autoridades deberán estar enterados del padecimiento.
La práctica de ejercicio no está contraindicada, pues ha demostrado ser una buena solución para mejorar la condición física y mental de la persona, ademas de que ayuda a reducir el estrés.
Salvo ciertas profesiones muy concretas, las personas pueden trabajar. Ya que el ámbito laboral los mantiene ocupados y los hace sentir que no están alejados de la sociedad. Misma que debe detener la discriminación en torno a esta enfermedad.
Sólo un tercio de quienes la padecen sufren de epilepsia refractaria, una variante de la enfermedad que hace a los pacientes resistentes a los tratamientos convencionales a base de fármacos, esteroides o cirugía.
Con un número de convulsiones que va de decenas a centenas durante el día, reduciendo la vida de manera importante.
Por fortuna, para estos casos, hay un producto que ha mostrado su efectividad desde antes de la era cristiana. Reduce el número de convulsiones y en algunos casos hasta las desaparece. Su nombre científico, cannabidiol, dónde la encontramos, en la marihuana.
Un producto que sigue probando su efectividad reduciendo las crisis de niños, adolescente y adultos en el peor de los casos en un 50%. Mejorando así su calidad de vida y elevando los niveles cognitivos, emocionales y motrices.
Obviamente el producto debe ser recetado y supervisado por un especialista, pues no aplica en todos los casos y si se combina con otros medicamentos puede anular o multiplicar sus efectos.
Aún así, es un producto que se debe estudiar y desmitificar, sobre todo para combatir una enfermedad que no detuvo a Julio César, a Alejandro Magno y ni al talento de Dostoyevsky.
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