Enfermedades caninas prácticamente erradicadas en países desarrollados, como la rabia o el moquillo podrían regresar si continúa esta tendencia
El reciente y muy peligroso movimiento “anti-vacunas”, que ha puesto en riesgo la vida de miles de niños en todo el mundo, ahora se extiende al área animal, en donde señalan que los animales también son propensos a desarrollar condiciones médicas como el “autismo”, por lo que piden a los dueños no aplicar este tipo de “instrumentos de control”.
La Asociación Británica de Veterinaria (BVA) emitió un comunicado para aclarar que los perros no pueden “contraer” autismo, primero porque el autismo no es una enfermedad contagiosa, y segundo porque es una trastorno exclusivo de los humanos.
“Los ‘anti-vaxxers’ (como se les llama en inglés) creen que las inmunizaciones por medio de vacunas tienen efectos secundarios dañinos y pueden ser la causa del autismo en los niños, creencias ampliamente desmentidas por la comunidad médica.
Esta teoría se está aplicando cada vez más a las mascotas, particularmente en los EE .UU., Y existen temores de que se extienda al Reino Unido y pueda causar que caigan las ya de por sí bajas tasas de vacunación”, explicó la BVA en el escrito.
La declaración de BVA establece que el problema proviene de los dueños de mascotas estadounidenses y advirtió a los amantes de los animales británicos que ignoren la nueva tendencia:
“Somos conscientes de un aumento en el número de dueños de mascotas en EE.UU. que se declaran antivacunas, que han expresado su preocupación porque sus perros desarrollen algún tipo de condición semejante al autismo. Pero aclaramos que actualmente no hay evidencia científica que sugiera que existe el autismo en perros, ni de su relación con la vacunación en humanos”, dice la organización.
“Todos los medicamentos tienen efectos secundarios potenciales, pero en el caso de las vacunas son poco frecuentes y los beneficios de la vacunación en la protección contra la enfermedad superan con creces el potencial de una reacción adversa”, continúa el escrito.
De hecho, según ha publicado recientemente el diario Brooklyn Paper, los veterinarios alertan de que cada vez son más los dueños de perros que se unen a esta tendencia.
El resultado si esto sigue así será el desarrollo de enfermedades caninas prácticamente erradicadas en países desarrollados, como la rabia o el moquillo.
Y es que, igual que ocurre en humanos, con la vacunación en perros se facilita la inmunidad colectiva, por lo que si un número elevado de canes deja de vacunarse otros muchos podrían verse perjudicados por el error de sus dueños.
El origen del mal
La semilla de los antivacunas fue sembrada por el médico Andrew Wakefield, un británico que en 1998 publicó un estudio en el que se demostraba una supuesta relación entre la administración de la vacuna triple vírica y el desarrollo de autismo en niños.
Miles de padres decidieron dejar de vacunar a sus hijos por miedo a los efectos que podría implicar, pero pronto se demostró que el estudio de Wakefield había sido un fraude, de modo que se le obligó a retractarse y se le prohibió ejercer su profesión en Reino Unido.
Desde entonces numerosos estudios han confirmado que, efectivamente, no hay ninguna relación entre la vacunación y los trastornos del espectro autista, pero el mal ya estaba hecho y aún siguen siendo muchos los padres que se niegan a vacunar a sus retoños.
Contenido relacionado