Nadia López García camina libre y sencilla entre el gentío de la explanada del Zócalo capitalino, después de presentar su poemario en mixteco y español
En diciembre de 2018, Nadia López García apareció en la revista Forbes, en la lista de “Los Mexicanos Más Creativos en el Mundo” por su contribución como poeta a la no discriminación de las personas de origen indígena .
Contrastante porque precisamente su riqueza es cultural, no monetaria. Meses antes, en su discurso al recibir el Premio Nacional de la Juventud contó el enojo que llegó a sentir cuando, estudiando la universidad, tenía que elegir entre sacar copias o echarse un taco.
Nadia camina libre y sencilla entre el gentío de la explanada del Zócalo capitalino, después de presentar su poemario Ñu’ ú vixo Tierra Mojada, una obra en mixteco y español. Ella es una joven ñuu sávi, mixteca, originaria de Oaxaca.
“Comencé a trabajar en la defensa y difusión de las lenguas originarias y de las culturas de muchos pueblos, sobre todo de mi pueblo, porque desde pequeña la discriminación y el racismo marcó mi familia y marcó mi vida a tal grado que mi madre decidió no enseñarnos la lengua por miedo a que la gente no discriminara y nos rechazara”, relata.
Aprendió el mixteco hasta los once años cuando escuchó a su mamá hablarlo y poco a poco descubrió que podía usar su lengua para combatir el racismo y la discriminación, e incluso cambiar la ideología de su madre, su familia y su pueblo.
“Por mucho tiempo se les dijo y creyeron que pensar y hablar en mixteco no tenía validez, que lo único válido era aquello que se produce en español. Yo me atreví a pensar, a soñar, a escribir, a hablar en mixteco y soy la primera mujer de mi familia que va a la universidad”, comenta.
Se atrevió a cambiar la historia que parecía estar escrita para las mujeres de su familia: ser esposas y madres.
“Claro que me tocó trabajar muchísimo, recuerdo que entraba a las siete de la mañana a la escuela, a las tres ya estaba en mi trabajo, a las 11 estaba haciendo mi tarea y a las cuatro de la mañana estaba otra vez de pie para poder llegar a la universidad”, relata.
“No es fácil porque vivimos en un sistema en el que parece ser que si naces pobre tienes que morir pobre, pareciera que la historia ya está escrita, a algunos nos cuesta el triple o cinco veces más llegar. Siempre he pensado que el mundo es como una gran pared pero hay que buscar cuál es ese hoyito porque quizás podemos pasar”, afirma.
Además de la poesía, Nadia da talleres para niños, mujeres, indígenas y migrantes, les habla de sus derechos y difunde su poesía para defender que en Méico no solo se piensa en español sino en 68 lenguas más.
“Trabajo para que los pueblos sepan que tenemos derechos, sepan que tenemos derecho a pensar en otra lengua y hablarla, que tenemos derecho a soñar en nuestra propia lengua”, afirma.
“El día que la discriminación y el racismo por fin se acaben va a ser el día en que todos los pueblos podamos florecer a todo lo que demos”, concluye.
Por Diana Jiménez
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