El tricolor quiere reposicionarse tras la derrota en julio de 2018
El PRI celebra su 90 aniversario mermado en el tamaño de su militancia, reflejado en una presencia legislativa disminuida y con el menor número de gobernadores surgidos de sus filas, pero también con los afanes de algunos de sus integrantes a ser incondicionales, más que opositores al gobierno federal.
El PRI fue el partido hegemónico desde 1929 hasta 1997, cuando perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; en el 2000 perdió la Presidencia de la República y en 2006 perdió la mayoría en el Senado por primera vez. Hoy sólo tiene 11 de 32 gobernadores y no alcanza ni el 25% de poder dentro del Congreso de la Unión.
La cúpula poderosa del PRI se reúne en la sede nacional del partido, en medio de las expectativas por la convocatoria oficial a la elección del nuevo dirigente nacional, con cinco posibles candidatos que representan a cinco grandes bloques de militantes, tanto de vieja membresía como de nuevas generaciones.
Con la decisión ya tomada de que el Instituto Nacional Electoral (INE) organice las elecciones internas, dado que se trata de un proceso en que votarán todos los militantes que refrenden su pertenencia al partido, luego de la derrota del 1 de julio y de la salida de cientos de priistas que se fueron a Morena, el poder de los gobernadores se mantiene como fundamental en el proceso electivo, porque son los únicos que tienen el poder y los medios de mover a la llamada estructura del partido para acudir a las urnas.
Militantes de viejo cuño priista, sin duda alguna que los gobernadores tendrán un peso fundamental, pero también es verdad que ya no se puede ver al partido de manera tradicional, es decir, que es altamente posible que las bases priistas tomen sus decisiones de voto sin esperar la línea de nadie.
Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche, tiene respaldo de algunos, cuenta con apoyos entre los grupos de Rubén Moreira, Beatriz Paredes y José Murat, pero es también ese apoyo su punto débil, porque esos grupos apuestan por una alianza de facto con Morena.
Incluso la semana pasada corrió entre los priistas la versión de que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador había “palomeado” a Moreno Cárdenas, lo cual generó críticas entre quienes no consideran que el PRI deba ser comparsa más que oposición del nuevo gobierno.
Ivonne Ortega representa un cambio de formas y generaciones en el PRI, y si bien es una persona de alianzas, no es de posiciones incondicionales; pero su punto débil es que los grupos más cerrados le niegan cualquier posibilidad de apoyo.
René Juárez Cisneros tiene a su propio grupo político y cuenta con respaldos por el trabajo correcto que realizó en el partido durante las elecciones, pero su punto débil es que se asocia con los grupos que se apoderaron del gobierno en el sexenio pasado.
José Narro Robles no tiene un grupo político interno como tal, pero según las versiones de sus correligionarios cuenta con respaldos de los grupos de Manlio Fabio Beltrones y de Emilio Gamboa; le pasa lo mismo que a René Juárez, en el sentido de que también es relacionado con el grupo de poder que dominó el sexenio pasado.
Ulises Ruiz no tiene alianza con ningún grupo de los más poderosos, pero estará seguramente en la boleta electoral.
Con información de Excélsior
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