Desde 1950 cada 19 de febrero se conmemora el Día del Ejército Mexicano, institución que se ha ganado el respeto de millones de mexicanos
En el marco del Día del Ejército Mexicano, hoy hablaremos del Honor, ese sentimiento que nos impulsa a cumplir nuestros deberes, un estímulo noble y necesario que representa el respeto hacia uno mismo, el deber de hacer las cosas con rectitud, siendo leales, dignos e íntegros.
Lealtad, entendida como la devoción sincera, voluntaria e infalible hacia una causa, la cual se hace con sinceridad y franqueza por querer hacer valer lo que es justo.
Valor, el ánimo que nos rige al momento de llevar a cabo un servicio, para resolver las dificultades y afrontar con éxito cualquier riesgo.
Y la Abnegación, dada al momento de anteponer los intereses propios por un bienestar común, ese compromiso con la Patria en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia, clima o terreno sin esperar recompensa alguna, sólo la satisfacción del deber cumplido.
Estos valores, junto con el Patriotismo forman parte de los estándares éticos de nuestras fuerzas armadas, quienes cada día buscan demostrar con sus acciones el amor a México, a sus tradiciones, historia, valores y gente. Aunado a un respeto por el escudo, la bandera y el himno, símbolos por los que más de un soldado daría hasta su último aliento por defender.
Principios que desde 1950 cada 19 de febrero, valen la pena ser recordados en el Día del Ejército Mexicano. Institución que se ha ganado el respeto de millones de mexicanos que esperan, jamás tener que verlos con miedo o cumpliendo acciones que los alejen de las personas y los símbolos que juraron proteger.
Quizá por eso no quiero pensar en un ejército como aquel que construye aeropuertos, pero si en un ejército que construye esperanza cada que la naturaleza se lleva todo a su paso. No me interesa un ejército con capacidades inmobiliarias, sino un ejército que nos ayude a comprar la idea de que entre todos podemos hacer una mejor nación. No pienso en un ejército legislativo, sino en fuerzas armadas que jamás atentarán contra la ciudadanía.
Pues al final la historia nos ha enseñado que políticos, partidos y regímenes van y vienen. Desde ideas loables hasta sueños guajiros pasando por supuesto por la ambición del poder, pero siempre con un ejército de visión clara y un objetivo loable, con la firme misión de defender la integridad, independencia y soberanía de la nación, garantizar la seguridad interior, auxiliar a la población civil y llevar a cabo acciones que aseguren el progreso de nuestro país.
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