La visita de Trump a la sinagoga de Pittsburgh se produjo una semana antes de las elecciones de mitad de período que determinarán el equilibrio del poder en el Congreso estadounidense
Donald Trump ofreció sus condolencias el martes en una sinagoga en la que 11 fieles murieron el fin de semana en un tiroteo, en una jornada en la que miles de personas participaron de los primeros funerales de las víctimas de la masacre.
El ataque intensificó un debate nacional por la retórica del mandatario, a quien sus críticos acusan de haber contribuido a un incremento del extremismo de derecha en Estados Unidos. El Gobierno de Trump ha rechazado la idea de que haya alentado a nacionalistas blancos y a neonazis que lo respaldan.
Trump visitó junto a su esposa Melania la Sinagoga El Árbol de la Vida en Pittsburgh, donde tuvo lugar el ataque del sábado. Allí fueron recibidos por el rabino Jeffrey Myers, quien los condujo al interior del templo. Casi 20 minutos más tarde, el mandatario fue a un monumento en el exterior del edificio, donde la primera dama colocó una flor.
El líder republicano también visitará a policías hospitalizados y a otras personas heridas en el tiroteo.
Unas 2,000 personas, en su mayoría miembros de la comunidad judía de Pittsburgh, protestaron contra Trump, gritando “las palabras tienen consecuencias” y portando carteles con la consigna “nosotros construimos puentes, no muros”.
La visita se produjo una semana antes de las elecciones de mitad de período que determinarán el equilibrio del poder en el Congreso estadounidense.
El martes también comenzaron los primeros funerales. Unas 1.800 personas, algunas llegadas desde puntos lejanos del país, se reunieron para darle las condolencias a los familiares de los hermanos David Rosenthal, de 54 años, y Cecil Rosenthal, de 59, en una sinagoga cercana que estaba rodeada de policías.
Los hermanos, que vivían en un asilo para personas con capacidades disminuidas, murieron cuando un hombre ingresó a la sinagoga gritando “Todos los judíos deben morir”.
También se realizó una ceremonia en honor a Jerry Rabinowitz, de 66 años, que reunió a unas 2,000 personas, entre ellas enfermeras vestidas con sus batas quirúrgicas.
Robert Bowers, de 46 años, es acusado de la masacre. El lunes, una corte federal ordenó que Bowers fuera retenido sin derecho a fianza.
Imagen: @PressSec
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