El cura Hidalgo tomó el liderazgo y se convirtió en el generalísimo del Ejército Insurgente, un hecho que dejó en segundo plano a Ignacio Allende, situación que incomodó al capitán
El abogado e historiador José Manuel Villalpando señaló que “el carismático” Ignacio Allende, que era un hombre de entre 40 y 41 años, parecía ser el indicado para liderear el movimiento y fue a quien se le encargó la organización militar mientras que Hidalgo aportó el soporte ideológico para la Independencia.
Mientras que el caricaturista Paco Calderón comentó que en los planes originales de la conspiración de Querétaro el puesto que le hubiera tocado a Hidalgo era el de intendente, es decir, el responsable de conseguir los pertrechos.
Villalpando refiere que el hecho de que la conspiración fue descubierta fue aprovechado por Hidalgo para tomar la decisión de “coger gachupines”, es decir, iniciar la guerra aunque sin ninguna estrategia ni conocimiento de armas y táctica militar, pero el titubeo de Allende permitió que el cura tomara el liderazgo y se convierta en el generalísimo del Ejército Insurgente dejando en segundo término a Allende.
Paco Calderón señala que Hidalgo hizo un motín popular sin disciplina, hecho que molestó a Allende y provocó una división del movimiento.
José Manuel Villalpando dice que cuando la hueste insurgente llegó a San Miguel El Grande, el padre Hidalgo asaltó la casa donde se guardaban los impuestos y donde la aristocracia del lugar guardaba su dinero para después repartir lo robado entre la población, hecho que molestó a Allende por verse afectado también.
Por su parte, el escritor Francisco Martín Moreno asegura que Hidalgo se “emborrachó” de poder al grado de hacerse nombrar “su alteza serenísima”, título que 30 años después se adjudica Antonio López de Santa Anna.
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