Se consideraba que el proceso de destilación fue traído en el siglo XVI al nuevo mundo por los españoles, quienes a su vez lo aprendieron de los árabes
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) despejó las dudas sobre si el mezcal era una bebida de origen prehispánico o si cuyo proceso de creación estuvo influenciado por el proceso destilero de España.
A través de un estudio, la máxima Casa de Estudios confirmó que el descubrimiento de una serie de hornos en la zona arqueológica Xochitécatl-Cacaxtla, en Tlaxcala, los cuales eran usados en la producción de mezcal entre los años 600 y 400 a.c., permitieron comprobar que esta bebida es cien por ciento de origen nacional.
Hasta hace poco se consideraba que el proceso de destilación fue traído en el siglo XVI al nuevo mundo por los españoles, quienes a su vez lo aprendieron de los árabes, y que la principal bebida alcohólica en las sociedades mesoamericanas era el pulque, un tipo de fermento del maguey.
Sin embargo, los investigadores Avto Goguitchaichvili y Juan Morales, del Servicio Arqueomagnético Nacional de la UNAM, en Morelia, además de Mari Carmen Serra Puche y Carlos Lazcano Arce, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad, se encargaron de desmentir esta suposición.
De acuerdo con los resultados del análisis publicados en la revista Journal of Archaeological Science Reports, los hornos encontrados fueron usados para procesar el maguey y producir mezcal mucho tiempo antes de la llegada de los primeros españoles a territorio americano.
“Esto nos muestra que hace 25 siglos esas sociedades no eran nómadas ni cazadoras-recolectoras, sino altamente sofisticadas, con conocimientos a la par de los árabes y los europeos”, explicó Goguitchaichvili, también investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, en Morelia.
Las evidencias del trabajo se fundamentan en la piedra verde (jadeíta) utilizada para la producción de artefactos con huesos de animal usados en actividades agrícolas, en donde también encontraron cavidades que, pensaron, servían para cocer cerámica, pero que tras analizar sus características supieron que eran para cocer “cabezas” de maguey.
En la Facultad de Química y en el Instituto de Química de la UNAM se hicieron análisis de manchas y escurrimientos en los hornos, e identificaron el material como piña de maguey quemada.
El equipo de Goguitchaichvilia realizó estudios a 35 objetos encontrados en la zona (rocas, muestras de suelo y fragmentos de dos vasijas), sometidos a diferentes experimentos de temperatura y magnetismo.
Los resultados revelaron dos posibles intervalos de uso de los hornos: entre los años 878-693 a.C. y entre 557-487 a.C.
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