El arzobispo de Adelaida, Philip Wilson, ha sido condenado a 12 meses de prisión por encubrir al sacerdote James Fletcher, quien abusó de niños en los años 70 y quien murió en prisión en 2006
El Papa Francisco aceptó la renuncia del arzobispo australiano Philip Wilson tras haber sido declarado culpable de encubrir abusos sexuales a un niño en los años setenta, un caso más que empaña a la Iglesia católica.
El arzobispo de Adelaida, de 67 años, fue acusado de encubrir los abusos de un conocido cura pedófilo, Jim Fletcher, por lo que un tribunal lo declaró culpable en mayo por un máximo de dos años de cárcel. El sacerdote murió en prisión en 2006, después de aproximadamente un año preso, a la edad de 65 años.
“El Santo Padre aceptó la renuncia del gobierno pastoral de la arquidiócesis de Adelaida, Australia, presentada por monseñor Philip Edward Wilson”, reza este lunes la nota divulgada por el Vaticano.
El prelado, que siempre ha negado las acusaciones, anunció en mayo que renunciaba a sus funciones para sopesar el veredicto. Sin embargo, el 3 de julio el religioso fue condenado a 12 meses de cárcel, sin posibilidad de ser liberado antes de seis meses.
Ante estos hechos, el Papa Francisco adoptó la línea de tolerancia cero contra la pedofilia en la Iglesia, tras una serie de escándalos que han afectado su papado.
El sábado, en un gesto sin precedentes en la historia reciente, anunció la suspensión del célebre cardenal estadounidense Theodore McCarrick, de 87 años, del Colegio Cardenalicio y le prohibió ejercer su ministerio tras una investigación que consideró “creíbles” las acusaciones de abuso sexual en su contra.
McCarrick, un sacerdote que fue ascendido a obispo y arzobispo en la arquidiócesis de Nueva York antes de partir hacia Washington en 2001, es uno de los cardenales estadounidenses más conocidos en el ámbito internacional.
Francisco intenta así corregir los errores y omisiones del pasado con respecto a los escándalos de pedofilia y su encubrimiento, uno de los grandes males de la iglesia. Sin embargo, asociaciones de víctimas en todo el mundo exigen que el pontífice argentino pase de las palabras de condena y la creación de comisiones sobre el problema, a los hechos, con una política antiabuso más fuerte y contundente, que prevenga los abusos y garantice que se haga justicia.
El Obispo Greg O’Kelly, nominado por el Papa Francisco el pasado 3 de junio como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Adelaida también ha intervenido, asegurando que “debemos ser conscientes del impacto en los sobrevivientes, en sus familias y en todos aquellos que los aman”. “Fui testigo de la angustia y el dolor de las víctimas” – dice el obispo – y pide que la Iglesia continúe haciendo todo lo posible para escuchar y apoyar a las víctimas, pues es fundamental “nuestro compromiso con la seguridad de cada niño en nuestra Iglesia y en nuestras escuelas”, concluye.
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