La situación es una muestra de las complicaciones monetarias de la precaria economía venezolana y la gestión del régimen de Nicolás Maduro
El metro de la capital Caracas sucumbió ante la crisis económica que atraviesa la nación venezolana desde hace casi diez años, pues ante la falta de material para fabricar los boletos de acceso, el transporte subterráneo comenzó a permitir el ingreso de los usuarios de forma gratuita.
A través de letreros escritos a mano, las taquillas revelan su condición y autorizan a la gente aborde el medio de transporte sin cobro alguno, hecho que muchos ciudadanos agradecen dado que también se les dificultaba pagar el costo del boleto.
Los billetes de acceso al metro de Caracas son unos cartoncitos amarillos con una franja marrón, los cuales se encuentran agotador y no ha sido posible por parte de la empresa estatal importarlos nuevamente.
A esta problemática se le suman los desperfectos que presentan los torniquetes de acceso y las escaleras eléctricas las cuales permanecen sin funcionar bastante tiempo dada su descompostura, la falta de limpieza en las estaciones y la inseguridad dentro de las mismas debido a la presencia de vándalos, sobre todo en las noches.
Además cientos de personas piden limosna en los alrededores y vendedores ambulantes intentan conseguir dinero con sus productos, a pesar de la campaña institucional para erradicarlos.
La situación es una muestra de las complicaciones monetarias de la precaria economía venezolana y la gestión del régimen de Nicolás Maduro, que desde hace meses arrastra una hiperinflación insoportable.
Alberto Vivas, de la Asociación Civil Familia Metro, asegura que la migración de trabajadores a quienes hace meses no se les paga un sueldo ha impactado fuertemente a la empresa estatal, que hace dos años tomó la decisión de suspender la tramitación de renuncias en su departamento de personal, para intentar frenar el éxodo masivo de trabajadores especializados.
Una estación pequeña requiere de por lo menos ocho trabajadores para labores de taquilla, supervisión de accesos, andenes y trenes, pero normalmente puede haber dos o tres.
“El ausentismo de los trabajadores es grande y ante la imposibilidad de renunciar muchos terminan desertando, es decir se van del país sin finiquitar sus contratos, porque lo ahorrado en prestaciones sociales no vale nada contesta hiperinflación”, destaca Vivas.
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