Los niños recibieron la noticia de la muerte del buzo hace dos días, cuando los doctores consideraron que estaban lo suficientemente fuertes desde el punto de vista emocional como para recibir la noticia
Los 12 niños y el entrenador del equipo de futbol rescatado de las cuevas de Tham Luang, en el distrito septentrional de Mae Sai, lloran por la muerte del socorrista que perdió la vida durante las operaciones de rescate. Así lo dijo Jedsada Chokdamrongsuk, secretario permanente del ministerio de Salud de Tailandia.
Los “jabalíes salvajes”, nombre del equipo, se están recuperando en el hospital tras pasar 18 días dentro de las cuevas inundadas, donde quedaron atrapados desde el 23 de junio. Los fuertes aguaceros del monzón sorprendieron a los niños, dejándolos encerrados en el complejo subterráneo.
Los médicos declaran que están en buenas condiciones de salud, a casi una semana de concluirse el rescate, efectuado el 10 de julio, cuando las unidades de élite de la Marina y los expertos internacionales -tras tres días de maniobras- pusieron a salvo a los últimos cinco miembros del grupo.
La fase final de la misión estuvo marcada por la trágica muerte del buzo voluntario Saman Kunan, que falleció el 6 de julio, mientras colocaba tubos de oxígeno a lo largo de los pasajes tortuosos de las cuevas.
Los chicos, cuyas edades oscilan entre 11 y 16 años, fueron informados hace dos días de su fallecimiento, cuando los doctores consideraron que estaban lo suficientemente fuertes desde el punto de vista emocional como para recibir la noticia. Muchos de ellos aún siguen sollozando.
“Todos se conmovieron y expresaron sus condolencias escribiendo mensajes sobre un dibujo del teniente comandante Saman. Los jóvenes observaron un minuto de silencio en homenaje a él y le dieron las gracias, prometiendo ser buenos muchachos de allí en adelante”, declaró ayer Chokdamrongsuk.
Saman fue incinerado el sábado en una ceremonia especial a la que asistió la familia real y que fue retransmitida en directo por televisión. Su mujer pidió a los niños que no se culpen por su muerte.