más allá de la expectativa popular o la atención mediática, ser el diseñador elegido para crear tan importante prenda, tiene un significado en cuestión de marca y peso cultural.
La diseñadora de moda, Carolina Herrera, declaró en alguna ocasión que “Un vestido de boda es a la vez un ambiente íntimo y personal para una mujer, debe reflejar la personalidad y el estilo de la novia“.
Sin duda, el vestido de novia es en cualquier boda uno de los principales atractivos en el evento, y cuando se trata de la realeza, es sinónimo de tendencia y escrutinio público, convirtiéndose en el secreto mejor guardado meses antes del enlace nupcial.
Y es que, más allá de la expectativa popular o la atención mediática, ser el diseñador elegido para crear tan importante prenda, tiene un significado en cuestión de marca, resultados económicos y peso cultural.
Para esta esperadísima boda, Meghan sorprendió al mundo con un sencillo vestido de novia de la diseñadora británica Clare Waigh Keller de la casa Givenchy con cuello barco, manga ajustada 3/4, con cuerpo ajustado de triple organza de seda y poco volumen en la falda, una cauda corta.
Para rematar, llevaba un larguísimo velo de tul de seda de 5 metros bordado en la orilla. Cada una de las flores bordadas representa uno de los 53 países de la Commonwealth. Y otras dos, favoritas de la novia: Wintersweet y California Poppy.
Para sujetar el velo, usó la tiara de diamantes y filigrana de la reina María de 1932 con una pieza central de 1893, prestada por la reina Isabel. Mientras que los aretes y el brazalete eran de Cartier.
Los zapatos también eran de un diseño de la marca francesa con punta en seda duquesa satinada.
El pelo y maquillaje de la novia eran, tal y como se esperaba, discretos, realizado por Serge Normant, un viejo amigo de la novia y al maquillista Daniel Martin.
El ramo de la novia estaba conformado con flores recogidas por el novio ayer en el palacio de Kensington.
La gran sorpresa fue que no utilizó a los diseñadores Ralph & Russo, quienes fueron los más sonados en los últimos meses desde que usó un vestido de ellos para sus fotos de compromiso.
Especialistas de la moda señalan que “De Meghan se esperaba que fuera lo mismo femenina, que tradicional. Ni cursi ni demasiado arriesgado. Y sin duda, una declaración de estilo”.
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