El término museo proviene del griego museion, que significa templo o lugar dedicado a las musas, las antiguas divinidades inspiradoras de la música y el arte.
En el marco del Día Internacional del Museo, diversas dependencias de cultura y de promoción histórica y artística realizan múltiples actividades enfocadas en atraer al público a alguno de estos recintos guardianes de un sin fin de colecciones.
Pero aunque sabemos que los museos resguardan algún fragmento de la historia natural, artística, cultural y social de un país, o del mundo, muy pocos conocen cuál fue el origen de estos templos donde el tiempo parece detenerse.
Etimológicamente, el término museo proviene del griego museion, que significa templo o lugar dedicado a las musas, las antiguas divinidades inspiradoras de la música y el arte.
Este término fue utilizado para designar al primer “museo” construido en Alejandría alrededor del 280 a. C. por Ptolomeo I Sóter, quien creó un espacio que servía como santuario y centro de investigación intelectual. Este lugar se componía por una gran sala de coloquios, pórticos y un cenáculo para las comidas, así como una accesoria en la que se instaló la primera colección de obras de arte.
Los estudiosos de los siglos II y III A.C lo frecuentaban y podían utilizar la biblioteca así como los jardines botánicos, zoológicos, el observatorio astronómico o el laboratorio de anatomía, donde observaban la naturaleza y los textos antiguos. Sin embargo, con la quema de la biblioteca de Alejandría, el museion desapareció y con él, las prácticas que albergaba.
Fue hasta la época del Renacimiento, que en Italia, se les llamó museum a las galerías donde se reunían obras de arte, y la palabra museo conservó la idea de lugares habitados por las musas, aunque el significado se volvió más preciso, siendo los príncipes italianos los primeros en considerar la idea de reunir en un solo lugar una colección de pinturas y de esculturas.
Al principio del siglo XV, Roma sólo tenía cinco estatuas antiguas de mármol y una de bronce y fue hasta la revolución encabezada por la familia Medici que resurgió la idea del “museo” a través del redescubrimiento de la vestigios de la Antigüedad, es decir, el rescate de textos de filósofos griegos y romanos, los restos de columnas, estatuas, jarrones, monedas y fragmentos grabados los cuales se comenzaron a coleccionar.
Desde mediados del siglo XVI hasta el XVIII, con la proliferación de los viajes de exploración, a las colecciones comenzaron a agregarse objetos de historia natural o instrumentos científicos, volviéndose la “edad de oro de los gabinetes de curiosidades”. No obstante, todas estas colecciones eran exclusivas para los príncipes y eruditos, y no estaban abiertas al público.
Los museos comenzaron entonces a resguardar un sinfín de objetos e información que reflejaban algún aspecto de la existencia humana o su entorno.
En México, los gabinetes, colecciones y galerías privadas arribaron en la época de la Conquista y sólo eran visitadas ocasionalmente por intelectuales, eruditos, científicos o amigos de los propietarios; y no fue sino hasta pasada la Independencia de México que estos lugares fueron abiertos al público.
De acuerdo con Miguel Ángel Fernández, en su libro “La Historia de los museos en México”, fue en 1790 que se inauguró en el centro de la capital el Museo de Historia Natural, primer museo público de México, dedicado a la flora y fauna de la Nueva España y a instrumentos científicos de la época. Lo que sobrevivió a los saqueos de la Independencia quedó bajo la custodia del Colegio de San Ildefonso.
En tanto, el primer museo nacional fue creado en nuestro país a través de un decreto emitido por el presidente Guadalupe Victoria en 1825, dando pie a la inauguración del Museo Nacional Mexicano que acogía piezas arqueológicas, documentos del México antiguo, colecciones científicas y obras artísticas que habían estado bajo resguardo de la Real y Pontificia Universidad de México y de coleccionistas privados.
Con la llegada de Maximiliano de Habsburgo, este museo fue trasladado a la Antigua Real Casa de Moneda, a un costado de Palacio Nacional, que se volvió su sede oficial.
En 1886, en la ciudad de Morelia, fue creado el Museo Regional Michoacano Doctor Nicolás León Calderón, uno de los primeros museos ubicados en una ciudad distinta a la capital del país. Otro tanto sucedió a lo largo de la segunda parte del siglo XIX y la primera del XX, en Guadalajara, Oaxaca, Mérida y Saltillo.
Para la década inicial del siglo XX, nuestro país contaba con un total de 38 museos. Actualmente, la explosión de museos a lo ancho de la República, ha alcanzado la cifra de mil 310 museos en todo el país.
La Ciudad de México es el lugar con la mayor cantidad de estos espacios al ser sede de 170 museos y 43 galerías, lo que la sitúa en el nivel de ciudades como Londres, y por arriba de Buenos Aires, Madrid y París, según datos de Fundación UNAM.
Entre los museos más destacados a nivel local y nacional se encuentran el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, el Museo Nacional de Antropología, el Templo Mayor, el Museo del Palacio de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Arte, entre otros.
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