“Soy un anciano solitario de unos 80 años. De cuerpo fuerte. Puedo comprar, cocinar y cuidar de mí mismo”, decía el anuncio con el que buscaba una familia adoptiva
Han Zicheng, es un hombre de 85 años de nacionalidad china que no quería morir en soledad. Por ello y consciente de su vejez, publicó un anuncio en una parada de autobús en una nota que rezaba: “Soy un anciano solitario de unos 80 años. De cuerpo fuerte. Puedo comprar, cocinar y cuidar de mí mismo. No padezco enfermedades crónicas. Me retiré de un instituto de investigación científica en Tianjin, con una pensión mensual de 6.000 RMB ($ 950) al mes. Mi esperanza es que una persona o familia de buen corazón me adopte, me alimente hasta la vejez y entierre mi cuerpo cuando muera”.
Su esposa murió, y él perdió contacto con sus hijos: con uno discutió, mientras que otro emigró a Canadá. Zicheng no pudo encontrar cuidadores, y su historia cobró notoriedad recién cuando una mujer lo vio pegando el anuncio y publicó la foto en las redes sociales.
Pasaron varios meses, hasta que el 17 de marzo el anciano murió en un hospital: su deseo de ser adoptado no se cumplió. Sin embargo, no murió en la cama y sin que nadie se percatara de su deceso, como temía.
El periódico destaca que Han Zicheng fue uno de los millones de chinos de avanzada edad que envejecen sin tener el apoyo suficiente, debido a la política de un hijo de ese país y la actitud desinteresada de las generaciones jóvenes.
Han Zicheng, 85, didn’t want to die alone so he put himself up for adoption https://t.co/C6ZCR0M6tb pic.twitter.com/ZWgUW9LwmD
— Stuff (@NZStuff) 3 de mayo de 2018
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