Nueve fosas comunes se han encontrado en las dos últimas semanas a las afueras de la capital de Ruanda, Kigali, donde podrían hallarse unos 3,000 cadáveres de víctimas del genocidio contra los tutsis de 1994
Las autoridades de Ruanda descubrieron entre el 11 y el 25 de abril un conjunto de fosas comunes que podían tener adentro más de 2,000 cadáveres, casi un cuarto de siglo después del genocidio en el país.
El descubrimiento es considerado el más significativo en mucho tiempo en esta nación africana que aún trata de recuperarse de la masacre en 1994 de más de 800,000 personas.
Algunos ruandeses se expresaron furiosos por el hecho de que residentes de la comunidad en las afueras de Kigali donde se descubrieron las fosas mantuvieron silencio sobre las mismas durante tanto tiempo.
Varios voluntarios trabajan en recuperar cadáveres y, cuando los sacan, les quitan las vestimentas y las cuelgan en postes de madera para que las familias puedan identificar mejor a las víctimas. En estos postes pueden verse pantalones, camisas o chaquetas arrugados y manchados de tierra que, pese al paso del tiempo, aún conservar colores vivos como el rojo o el azul.
El descubrimiento de las tumbas en el distrito de Gasabo se produjo apenas días después de que Ruanda marcó el vigésimo cuarto aniversario de las masacres de tutsis y hutus.
“Es muy perturbador que de vez en cuando se descubren fosas colectivas, que los perpetradores ahora libres nunca revelaron para que los familiares pudieran recuperarse del dolor”, dijo el diario The New Times en un editorial esta semana.
Se piensa que entre 2,000 y 3,000 personas están sepultadas en las fosas, sobre la base del número de residentes del área que desaparecieron durante el genocidio, dijo Rashid Rwigamba, funcionario de la organización caritativa Ibuka.
Kigali y sus alrededores fueron algunos de los escenarios más cruentos del genocidio, pues resistieron como uno de los últimos bastiones de las milicias hutus antes de que las fuerzas del Frente Patriótico Ruandés (FPR, de mayoría tutsi) pudiesen liberarlas.
La masacre de 1994 supuso el exterminio de entre el 20 y el 40 por ciento de la población de Ruanda, entonces el país más densamente poblado de África, con siete millones de personas. El 70 por ciento de los muertos fueron tutsis, asesinados por extremistas hutus tras la muerte del presidente ruandés, Juvenal Habyarimana, cuando el avión en el que viajaba fue derribado el 6 de abril de 1994 poco antes de aterrizar en el aeropuerto de Kigali.
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