Las películas en cuestión, nos muestran a personajes femeninos que son víctimas de una sociedad, no sólo machistas, sino costumbristas que las obliga a tener una posición de sumisión no solo hacia sus antagonistas masculinos, sino los propios femeninos que son parte de esa represión
Lady Macbeth del director británico William Oldroyd se suma a un grupo de películas donde el común denominador es una chica joven y bella que por alguna causa pierde parte de su inocencia y se vuelve un ser perverso, mordaz y hasta maligno, quizás podríamos decir, arriesgadamente, que se convierte en una especie de femme fatale. Esto da pauta para hablar de los nuevos tiempos del cine, de los nuevos personajes que se convierten en icónicos por tener esta especie de amor y odio en su ser, sobre todo por personajes femeninos que dejan de ser las heroínas, las víctimas o las “malas” o “buenas” del cuento. No podría decir que se encuadran en un género o en un tipo de lenguaje actual, pero sin duda, creo que las cuatro películas que mencionaré tienen este común denominador y los directores, no siento que sigan un estilo o una nueva forma de contar las historias, sino más bien en un fenómeno actual y que, a mi parecer, es por el reclamo genuino que han comenzado a hacer las mujeres. No, no tiene nada que ver con el #MeToo tan cuestionable en algunos sentidos, sino en una genuina reconstrucción del tejido social en donde la mujer siempre ha sido más vulnerada.
Las películas en cuestión, nos muestran a personajes femeninos que son víctimas de una sociedad, no sólo machistas, sino costumbristas que las obliga a tener una posición de sumisión no solo hacia sus antagonistas masculinos, sino los propios femeninos que son parte de esa represión. Estos personajes femeninos protagonistas se vuelven icónicos porque despiertan de una forma poco común y hasta furiosa de esta sumisión que llevan. Creo que es el reflejo de lo que las mujeres ahora comienzan a hacer, su furia se vuelve incontrolable y a veces hasta maquiavélica. Las cuatro películas, contando con Lady Macbeth son: The Witch de 2015 del director Robert Eggers; El Demonio Neón de 2016 del director Nicolas Winding Refn y Voraz de 2017 de la directora Julia Ducournau . Y es curioso que sólo sea una directora la que encaja a contar a estos personajes femeninos.
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Estas películas tienen a estas chicas que por ciertas circunstancias despiertan un punto hasta terrorífico en sus sentidos al ser vulneradas. En el caso de Lady Macbeth, también de 2017, la bella joven, casada por interés con un tipo ladino e indolente, que sólo complace a su padre y busca obtener su herencia, es parte del juego de desilusiones que debe asumir la protagonista, que no encuentra apoyo ni en las mujeres que le sirven a ella y al amo de la hacienda en la que vive recluida. Por momentos nos hace cómplices del tedio en el que ella está y a la absoluta soledad en la que es condenada a vivir. Sin embargo van dándose situaciones en las que ella despierta una especie de deseo que podemos atribuir al despertar de la inocencia y por su edad, a un natural deseo de descubrir no sólo su sexualidad, sino su propia sensualidad que por momentos parece insaciable. Sin embargo, ese deseo se convierte en un demonio implacable y feroz, que tiene que ver más con el personaje, por su carácter insumiso y sus propias ambiciones a simples impulsos naturales.
Lady Macbeth no es una cinta fatalista como la lectura que le han dado de una tragedia victoriana sino que tiene un traslado actual más complejo. Aunque la cinta está ubicada a mediados del siglo XIX, la puesta en escena es muy actual y pone a Katherine, la protagonista, como una mujer que pareciera tener el entendimiento de que vive en una época que no es la suya. El director de la cinta se encarga de hacer que la protagonista salga de ese estereotipo, no como una mujer que intenta salir del yugo conyugal y el fastidio del encierro, sino como de una mujer maquiavélica que hace que sus actos sean muy bien premeditados.
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Sin duda alguna, esta cinta entraría en este especie de club de las chicas insumisas que despiertan sus instintos, quizás no de forma tan linda, sino con una furia incontrolable que hasta el diablo más diablo le pide esquina. La película, creo que se agrega a esta forma de tirar estereotipos femeninos que por muchos años ha arrastrado el cine. Incluso creo que rompe con la femme fatale o si acaso sería una especie de nuevas féminas fatales que muestran su lado más furioso y hasta natural. No se trata de un despertar de la sumisión que por siglos han llevado las mujeres, sino de una visión femenina menos florida y rosa a la cual nos han llevado en general el cine. Inclusive, cintas como Lucy (Luc Besson, 2014) o la saga interminable de Resident Evil, donde el rol femenino es hasta cierto punto erróneo y visto con una perspectiva completamente masculina, ya que las protagonistas son rudas y más bonitas que cabronas. Creo que son estos personajes femeninos, las nuevas ladies del cine, las que rompen estereotipos y dan una vitalidad al cine hecho por una aplastante mayoría masculina.
Por JuanMac
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