El secuestro, robo y explotación de perros es una realidad en México, lo que está opacando la felicidad de decenas de familias
El secuestro de mascotas no solo se comete con sujetos que andan por las calles, los centros de adopción también pueden ser lugares donde los animales también pueden ser maltratados y/o usados para sacar dinero.
Efrén Argüelles nos presentó el caso de Estampy, un pitbull rescatado de la calle por Eloísa Jiménez, quien su amor por los animales la llevó a desarrollarse como rescatista y protectora de perros callejeros.
Cuando lo rescató lo llevó a pensión con un veterinario, quien por cuestiones de espacio no pudo tenerlo mucho tiempo, por ello, Eloísa decidió llevar a Estampy con Mónica Moreno, propietaria de una pensión canina ubicada en Zumpango. Al llegar, la dueña le pidió un costal de croquetas y ayuda voluntaria para material de limpieza.
Confiando en Mónica, Eloísa dejó al perrito en la pensión, sin embargo, poco tiempo después, comenzaron las extorsiones. Primero pidiéndole para comprarle un suéter y después para material de limpieza.
Después, le dijo que por su comportamiento, llevaría a Estampy con una persona que lo rehabilitaría.
Eloísa le pidió fotografías porque conoce a un posible adoptante, sin embargo, Mónica se negó a enviárselas.
Ante las negativas, molesta, Eloísa le dijo a la dueña de la pensión que procedería legalmente en su contra debido a que le había sacado dinero sin poder saber nada de Estampy.
El secuestro, robo y explotación de perros es una realidad en México, lo que está opacando la felicidad de decenas de familias.
En México, el secuestro de perros no está tipificado como un delito, a diferencia del secuestro de personas, que se castiga hasta con 60 años de prisión.
En el 2016 ante el incremento en la población de perros, se creó el Instituto Mexicano de Registro Canino bajo los valores amor, justicia, protección y libertad, lo que se ha convertido en una buena opción para el resguardo y monitoreo de las mascotas.
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