Las mujeres que llegan a las casas de acogida reciben atención a sus necesidades de habitación, calzado, alimentos para ellas, sus hijas e hijos; y acompañamiento integral en los ámbitos jurídico, médico y sicológico.
Pese a la aprobación de leyes severas para frenar las agresiones a mujeres, éstas no disminuyen ni en nuestro país ni en América Latina, región que es considerada como la más violenta del mundo contra el género femenino sin estar en un contexto de guerra.
Ser mujer en México es un peligro dentro de una sociedad que naturaliza la violencia de género y que vulnera los derechos humanos de las féminas. El campo, los barrancos, las calles, las escuelas, los taxis, los antros, los hoteles, las casas, todos los lugares en nuestra nación chorrean sangre de mujeres que diariamente son asesinadas, golpeadas o violentadas en los ámbitos físicos, sexuales, económicos, psicológicos, emocionales y educativos por sus parejas, padres, jefes y compañeros de trabajo o escuela.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 72 de cada 100 mujeres de 15 o más años ha padecido algún incidente de violencia, ya sea por parte de su pareja o de cualquier otra persona; y cerca de 52 de cada 100 mujeres que han tenido al menos una relación de pareja (matrimonio, noviazgo o unión), han sido agredidas por su actual o última pareja a lo largo de su relación.
Estas escalofriantes cifras revelan que aparentemente no hay lugar en el mundo en el que la mujer pueda estar segura, su riesgo llega al grado de tener consecuencias mortales como el homicidio o el suicidio.
Como una estrategia para cubrir la necesidad inmediata de supervivencia en la que han caído las mujeres, solo por el hecho de ser mujeres, la Ley General de Acceso a las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia estableció la creación de refugios para mujeres con hijas e hijos sobrevivientes de violencia extrema en el ámbito familiar, los cuales son espacios confidenciales, seguros, temporales y gratuitos que proporcionan atención integral con servicios de carácter psicológico, educativo, médico, legal y de trabajo social con una perspectiva de derechos humanos y de género.
Las mujeres que llegan a las, también llamadas, casas de acogida son canalizadas para brindarles atención y cubrir sus necesidades básicas de habitación, calzado, alimentos para ellas, sus hijas e hijos; así como el asesoramiento y acompañamiento integral en los ámbitos jurídico, médico y sicológico.
Asimismo, las casas de acogida imparten talleres productivos o talleres para la sensibilización y conocimiento de sus propios derechos, y talleres temáticos enfocados a no seguir normalizando la violencia familiar como algo normal entre las parejas o exparejas.
En México, el primer refugio fue creado en 1996 en la ciudad de Monterrey por la organización civil Alternativas Pacícas. Actualmente operan 72 refugios de los cuales 34 pertenecen a organizaciones de la sociedad civil, 4 a instituciones de asistencia privada y 34 son instituciones públicas.
Algunas de estas organizaciones se articularon para crear la Red Nacional de Refugios (RNR) que entre otras cosas, busca impulsar buenas prácticas en la atención a las mujeres, sus hijas e hijos que viven en situación de riesgo por violencia familiar, de género, sexual y trata. Los refugios agrupados por la RNR son públicos y privados, y se encuentran en las 32 entidades de la República Mexicana y la Ciudad de México.
Según cifras del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva (CNEGySR), unidad dependiente de la Secretaría de Salud, en el año 2014 más de mil 883 mujeres –cinco al día- ingresaron a un refugio víctimas de violencia extrema; mientras que en siete años, de 2008 a 2014, hicieron lo propio un total de 12 mil 651 mujeres.
A través de su página de internet y los Centros de Atención Externa de Refugio (CAER), la RNR celebra actividades orientadas al empoderamiento de las mujeres. La atención en el CAER es el primer contacto de la mujer con los servicios de atención de manera presencial, lo que permite la libertad de tomar decisiones y sentirse acompañada en cada una de ellas.
Si tu pareja, tu padre o cualquier familiar te ha golpeado y/o agredido; te amenaza de muerte; te controla el dinero, las amistades, las salidas, el trabajo y los gustos; maltrata a tus hijos e hijas, los pone en tu contra y te amenaza con quitártelos; te niega el gasto o la pensión alimenticia aún cuando puede pagarla; te ha obligado a tener relaciones sexuales que te desagradan; no te deja participar en las decisiones familiares, se enoja por cualquier cosa y te deja de hablar por mucho tiempo, ¡es muy importante que busques ayuda. ¡Tu vida puede correr peligro!
Si eres víctima o testigo de alguna situación de violencia hacia una mujer, acércate a los centros de atención, llama sin costo a los teléfonos de las líneas de ayuda 5243 6432 o la Lada Nacional 01 800 822 4460, las 24 horas los 365 días del año.
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