La investigación del doctor Bennet Omalu se dio a conocer en la película “La verdad oculta”, protagonizada por Will Smith.
Los resultados de la autopsia a Aarón Hernández, exjugador de la NFL, confirmaron que padecía graves daños en la parte del cerebro que tiene que ver con la memoria, el control de los impulsos y el comportamiento antes de suicidarse en la cárcel donde permanecía recluído.
Esta información nos recuerda la investigación del doctor Bennet Omalu, que inspiró a la creación de “La verdad oculta” (Concussion) película protagonizada por Will Smith que narra la historia de cómo Omalu logró identificar una enfermedad degenerativa (traumatismo craneoencefálico crónico) que afectaba exclusivamente a los jugadores de futbol americano y que estaba causando serios problemas en algunos profesionales retirados.
La película se basa en dos documentos: un artículo de la revista GQ sobre los hallazgos del doctor Omalu y el libro basado en dicha investigación producido por la periodista estadounidense Jeanne Marie Laskas.
La historia comienza en septiembre de 2002, con la repentina muerte de una leyenda de este deporte: el centro defensivo de los Acereros de Pittsburgh Mike Webster, considerado uno de los mejores de su posición en la historia de la NFL.
La causa de su muerte fue informada como un ataque al corazón. Sin embargo, el cuerpo fue analizado por Omalu, quien había llegado a Estados Unidos desde Nigeria y se había especializado en temas forenses y neurología.
Cuando Omalu revisó el cadáver se encontró con serias lesiones en la cabeza del exjugador que lo llevaron a pensar que el diagnóstico de una falla cardiaca no era preciso.
Con este primer diagnóstico, Omalu se dedicó a estudiar los cuerpos de otros seis jugadores de la NFL que habían muerto prematuramente con una hipótesis en mente: los resultados de los análisis hechos en Webster eran parecidos a los de los boxeadores que reciben constantes golpes en la cabeza y que sufren un mal conocido como “demencia pugilística”. Algo similar, pensó el médico, podría estar causando la muerte en los profesionales de la NFL.
Su revelación fue presentada de manera científica en 2005 en la revista Neurosurgery con un título provocador: “Traumatismo Craneoencefálico Crónico (CTE, por su siglas en inglés) en un jugador de la NFL”.
Allí señaló que la sucesión de golpes que reciben los jugadores (concussions, en inglés, y el origen del nombre de la película) le producían daños severos a nivel neurológico, lo que a su vez generaba en ellos un cambio de personalidad, pérdida temporal de la memoria, náuseas, trastornos compulsivos y en algunos casos, los conducía a la muerte prematura por suicidio.
Hizo una petición que parecía lógica: cambiar las reglas del juego para evitar los daños a nivel neurológico y hacer un estudio real sobre las condiciones que causaban este trauma.
La respuesta al artículo científico no se hizo esperar y fue una dura batalla legal: el departamento médico de la NFL le pidió a Omalu que se retractara de sus afirmaciones.
Pero Omalu decidió continuar. Realizó análisis en los jugadores de la NFL Terry Long y Justin Strzelczyk, quienes se habían suicidado después de dejar el deporte, y halló que el cerebro de estos dos jugadores –que tenían 45 y 36 años en el momento de su muerte– eran similares a la de un anciano de 90 años que sufre mal de Alzheimer.
En 2006, publicó los resultados de sus nuevas investigaciones. Y la NFL continuó afirmando que no había ninguna “evidencia” científica que soportara el caso de Omalu y el traumatismo craneoencefálico crónico.
Este hecho provocó que decenas de familiares demandaran por su omisión en el cuidado de los jugadores mientras eran profesionales.
Ante la abrumadora evidencia, la NFL decidió ceder y en 2009, siete años después de la muerte de Webster, aceptó la relación entre los golpes y el CTE diagnosticado por Omalu.
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