La imagen del Che fuera del folclor subversivo, se convirtió en el icono. Ha traspasado fronteras y ha sido bandera de movimientos sociales y políticos fuera de Cuba. Su imagen se constituyó en el emblema de una utopía, en la idealización del héroe romántico he invencible, en la contraparte de los héroes gabachos, en el “underground”, en el antiimperialismo, en la rebeldía, en la izquierda más radical, en las luchas de liberación, en la guerrillas de América Latina, en los movimientos “antiyankis”, en los grupos subversivos, en la guerrilla colombiana, en la selva de Chiapas con los zapatistas, en el subcomandante Marcos. Pero también fuera de América, en el Frente Popular de Liberación Palestina, en África y Europa. Su imagen se vuelve más popular que su ideología, compite con la imagen de Jesucristo. Toma una simbología similar, los dos son rebeldes, los dos tienen una muerte por una causa, los dos son representados de barba cerrada, pelo largo y revuelto, los dos se institucionalizan, uno por la iglesia, otro por la burocracia socialista.
Hoy, a pesar que la ideología socialista está en declive, su imagen sigue siendo un fuerte imán para la juventud, paradójicamente esta también se ha vuelto una imagen comercial, se convierte en moda, se imprime en una chamarra, se pinta en un cartel o una manta, se tatúa en la piel, se convierte en etiqueta de camión guajolotero, se ha vuelto un icono surrealista.
El cine a representado al Che de muchas maneras, pero muy pocas han captado lo complejo que era Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como El Che. Sobre todo el cine documental capto muchas imágenes de la guerrilla cubana y finalmente de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder en Cuba. El registro histórico del Che es impresionante, sobre todo en la isla, ya que para los cubanos es parte fundamental de su historia. Las escuelas primarias cuentan con estos materiales audiovisuales como parte de su educación básica. Fue difícil que películas de ficción pudieran superar la actuación del mismo Che. Nunca tuvo mucha suerte con el cine. Pareciera como si su estatura cinematográfica, hubiera inhibido toda ficción alrededor de su figura. Al no poder construir un personaje más grande que aquel que el propio Che hizo de sí mismo, el cine cayó en su propia trampa y no hizo sino empequeñecerlo, una y otra vez. Y muchas veces, sin malicia, por pura torpeza, ridiculizarlo. Es el caso de “Che!” (1969), de Richard Fleischer, producida en Hollywood en pleno fervor revolucionario que fue un fracaso, seguramente porque nadie se creyó que el egipcio Omar Sharif, hablando en inglés, podía ser el Che.
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Casi tan absurdo, si no más, fue el Che de Antonio Banderas en “Evita” (1996), de Alan Parker, basada en la ópera-rock de Andrew Lloyd Weber que ya daba una visión deformada por el show-business de Broadway.
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“Hasta la victoria siempre/ El Che” (1997), dirigida por el argentino Juan Carlos Desanzo es una ficción hecha cuando en 1997 se cumplieron los 30 años de la muerte de Guevara, respondiendo a un afán revisionista de la figura del Che. Proyecto ambiciosos cuyo mayor descuido fue el de desaprovechar la riqueza y complejidad del personaje y que inevitablemente no arrojaron buenos resultados.
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Cintas referentes: “Diarios de motocicleta” (2004), la superproducción internacional dirigida por el brasileño Walter Salles y protagonizada por Gael García Bernal como el joven Ernesto. Road-movie que retrata una parte fundamental en la vida del Che, pero se queda corta porque se vuelve más paisajista y poética.
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Desde el campo del documental, este ya había sido filmado por Miguel Pereira en “Che… Ernesto” (1998), una road-movie con el Atlas del Che como único guión. Se trataba de hacer una película sobre el Che sin utilizar la imagen del Che, evitando todo el trajinado material de archivo, algo que por otra parte ya había hecho antes el documentalista suizo Richard Dindo en la cinta “Ernesto Che Guevara, diario de Bolivia” (1994). En este sentido, el documental y el film-ensayo siempre lograron estar más a la altura del personaje.
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Es el caso de “El día que me quieras” (1997), de Leandro Katz, que consiguió una estupenda reflexión sobre la divinización del Che a partir de la famosa foto del boliviano Freddy Alborta de Guevara ya muerto, en la escuelita de Vallegrande, rodeado de militares que observan orgullosos su cadáver, como en el cuadro de La lección de anatomía, de Rembrandt.
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“Mi hijo, el Che” (1985). Fernando Birri, exdirector y fundador de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), es una de las figuras más destacadas de la corriente del Nuevo Cine Latinoamericano. Su documental se basa en el testimonio de Ernesto Guevara Lynch, padre del Che. Las palabras del progenitor logran acercar a la audiencia un punto de vista más íntimo y personal que permite entender la vida del gran revolucionario del siglo XX.
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“Bloody ‘Che’ Contra” (1968). Esta película, del italiano Paolo Heusch, tiene interés por ser una de las primeras en abordar desde la ficción la muerte del comandante revolucionario en Bolivia. Interpretado por el mítico actor español Paco Rabal, la cinta sigue los últimos días del Che en su intento por escapar de la persecución librada por la CIA en las montañas de Bolivia.
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Y a propósito de su imagen fotográfica: El 4 de marzo de 1960 se produce en el puerto de la Habana, Cuba, el estallido del barco La Coubre. Un día después el gobierno de Fidel Castro, hace un acto de duelo público y el periódico Revolución manda a un joven fotógrafo llamado Alberto Díaz mejor conocido como Korda para cubrir la noticia. Después de tomar varias fotos a los oradores, repasa la tribuna con su cámara Leika. Y de improviso, asomado en un barandal, el Che penetra en su campo visual por unos quince segundos. El fotógrafo dispara dos veces. Korda recuerda que soplaba viento ese día y atribuye la mirada perdida de Guevara a la fatiga respiratoria, ya que sufría de asma y su chaqueta está completamente cerrada, pero también a la furia del momento. Hasta ese momento, todas las imágenes del Che lo mostraban en acontecimientos políticos o propagandísticos. Sin embargo, lo que Korda encuentra es exactamente lo contrario. El cliché original tiene un efecto surrealista, es un retrato con varias distracciones, una palmera y el perfil de un desconocido. El revolucionario no sólo no mira a la cámara sino que no mira a nadie, ignora que está siendo observado. La imagen muestra a un hombre abstraído, tiene en ese momento 31 años. Es el regalo del azar a su eternidad, es un joven en pose ausente, con un leve fuera de foco que lo distancía. Korda ocupó la foto, ya limpia del contexto, para ilustrar cualquier noticia del Che, en su faceta de funcionario cubano. En 1967, mientras el Che se encuentra en Bolivia haciendo una guerrilla, el editor y militante italiano Giangiacomo Feltrinelli visita el estudio fotográfico de Korda y se lleva el negativo a Milán. El 9 de octubre es asesinado el Che. La foto del revolucionario muerto, firmada por Freddy Alborta de la agencia de noticias UPI, inunda al mundo. El 15 de octubre, después de que la Habana admita públicamente la muerte de Guevara, se organiza en Milán una manifestación de repudio. Feltrinelli hace imprimir 100,000 carteles con la imagen tomada por Korda y, abajo, la leyenda “Che vive”. En la velada de homenaje en la Habana, casi simultáneamente, la imagen de Korda se expande a mural. Cuba y la izquierda europea son la cuna del icono que desmiente la muerte del Che y reemplaza la imagen de la mirada apagada tomada en Bolivia. Es la foto del Che, la más conocida y una de las imágenes más reproducidas de la historia.
Pero volviendo a las películas del Che quizás el trabajo de Steven Soderbergh, que preparó no una sino dos películas sobre Guevara, protagonizadas por Benicio del Toro y tituladas respectivamente ”El argentino” y ”Guerrilla” sean las mejor desarrolladas, no sólo por el elenco que es complementado también por el mexicano Demian Bichir como Fidel Castro, sino que fuera de la visión que tiene Hollywood sobre el comunismo y un personaje como el Che que fue una piedra en el zapato para los EU, Soderbergh respeta muchos aspectos de la vida de Guevara, incluyendo gran parte de su idioma original. Esta delicadeza de respetar y representar muchos de los diarios que escribió el Che antes de morir, le dan esa fuerza a la película, que sin embrago no fue un gran éxito comercial en EU, pero si para muchas parte de América Latina. Los paisajes agrestes de Bolivia contrastados con su visita a las Naciones Unidas en un ir y venir de momentos que enfrentó Ernesto Guevara en un momento de mucha tensión de las relaciones diplomáticas entre la URSS, Cuba y EU, que estuvieron a punto de desatar una guerra de misiles nucleares, es el momento que plantea la cinta, aunque por momentos lleva a los personajes el Che y Castro a los inicios de la revolución cubana. Sin duda alguna, es una cinta que de alguna forma pone esta ficción casi a la altura del mismo personaje en el que se convirtió Ernesto Che Guevara.
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Y aunque ahora existen muchos documentales tanto de aficionados y algunos mejor elaborados sobre el Che que se pueden ver en la internet, son elementos que alimentan la leyenda y el mito en el que se ha convertido a través de estos 50 años de su muerte. Fuera de todas estas representaciones, la imagen del Che será una figura difícil de llenar, sobre todo porque pasó a ser más que un hombre, un símbolo y un ser inmortal.
Por JuanMac
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