Diseñado por integrantes de las fuerzas especiales británicas, el “Tough Mudder” cuenta con más de 25 obstáculos al estilo militar, como “Funky Monkey”, un largo pasamanos engrasado, “Fire Walker”, un recorrido por cuatro pies de alto fuego, y “Electroshock Therapy”, un camino con cables que cuelgan de lo alto cargados con 10000 voltios.
El evento no se trata de tiempos de llegada o de ganar una medalla, simplemente llegar a la meta en un “Tough Mudder” es una insignia de honor. En promedio, sólo el 78% de los participantes han terminado el evento, y con un recorrido diseñado para que sea imposible terminarlo de forma individual, el 80% de los participantes se registran en un equipo.
Los “Mudders” que han terminado la carrera van desde veteranos de guerra a ejecutivos de Wall Street a reinas de belleza hasta abuelos de 81 años de edad.
“Tough Mudder” es el mayor defensor del “Wounded Warrior Project” y su misión es ayudar a los veteranos de guerra con lesiones graves.
Ahora que ya sabemos más sobre el evento, queremos presentarles una de las tantas historias que se viven en él. Una historia de solidaridad como pocas.
En el video puede verse cómo un padre trata de ayudar a su hijo en silla de ruedas a subir por una pendiente -al parecer engrasada- y curva, al mismo tiempo puede verse también a otros participantes a los que no les es sencillo subir.
Luego de tratar un par de empujarlo un par de veces, se acercan a ellos dos mujeres y dos hombres quienes lo impulsan por los tobillos para que el joven tome una cuerda que le ayudará a escalar la pendiente.
Desde arriba, otros participantes suben la cuerda para recibirlo, sin embargo el joven resbala y cae. Al llegar abajo vuelve a recibir ayuda para subir nuevamente.
Arriba ya lo esperaban más personas para recibirlo. Festejando todos, arriba y abajo, por el logro conseguido en equipo.