Todo comenzó con el cierre de los mercados europeos y el descenso de los precios agrarios. El Gobierno y los bancos trataron de contrarrestarlo
El crac del 29 fue la más catastrófica caída del mercado de valores en la historia de la bolsa en Estados Unidos; tan importante que tomó alcance global y la larga duración de sus secuelas dio lugar a la crisis de 1929; también conocida como la Gran Depresión.
Se suelen usar las siguientes tres frases para describir este derrumbe de las acciones: Jueves Negro, Lunes Negro y Martes Negro. Dado que el crac no fue un hecho de un solo día. La caída inicial ocurrió el Jueves Negro, 24 de octubre de 1929; no obstante, fue el catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro, el 28 y 29 de octubre de 1929, el que precipitó la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias sin precedentes y a largo plazo para los Estados Unidos.
Sin embargo de su origen, tuvo terribles consecuencias sociales en todo el mundo. En Europa, Las quiebras bancarias causaron que muchos depositantes optasen por el oro y el dinero en efectivo frente a los depósitos bancarios, con lo que la inversión quedó paralizada.
El descenso de los precios dejó con escaso poder de decisión a los vendedores, mientras que los compradores continuaban a la expectativa. A todo ello, hay que añadir que el aumento del paro provocó una disminución del consumo; con lo que las empresas paralizaron la inversión para renovar sus infraestructuras.
En detalle, ante la grave situación económica que se vivía en Estados Unidos, el comercio internacional disminuyó notablemente; sobre todo, cuando los estadounidenses optaron por repatriar sus inversiones en el extranjero.
Para 1931, la crisis había hecho mella en una debilitada Europa y las repatriaciones de capital estadounidense provocaron quiebras en los bancos austriacos y alemanes. Al tiempo que se producían fuertes tensiones en la bolsa de Londres. El hundimiento de la economía norteamericana hizo que disminuyeran considerablemente las exportaciones a Estados Unidos y en consecuencia el desempleo también aumentó en Europa.
También podría interesarte: Se cumplen 90 años del «Martes negro», la Gran Depresión de Wall Street
Para llegar a este momento de inestabilidad, hubo al menos cuatro puntos que propiciaron el quiebre.
1
Todo comenzó con el cierre de los mercados europeos y el descenso de los precios agrarios. El Gobierno y los bancos trataron de contrarrestarlo ofreciendo un importante volumen de créditos.
Estas medidas dieron lugar a una gran abundancia de capitales a corto plazo y a la especulación; especialmente entre 1926 y 1929. Para mayor desgracia, las autoridades monetarias no actuaron a tiempo para poner freno a la especulación.
2
Al comenzar octubre de 1929 se produjeron tendencias al alza de la inversión. El 24 de octubre se desató el pánico, la venta de acciones se disparó y el 29 de octubre volvió a ocurrir lo mismo. El problema era que la demanda de acciones era prácticamente nula.
3
Una de las primeras consecuencias del desplome de la bolsa fue el hundimiento del sistema financiero. Entre 1929 y 1932, hasta 5.096 bancos se declararon en suspensión de pagos.
El derrumbe de la banca arrastró a la quiebra a muchas empresas de tipo comercial e industrial, al tiempo que se acumulaban los stocks de mercancías, lo que conllevaba una importante reducción de los precios.
Esta caída de los precios afectó especialmente al sector agrario, los precios agrícolas cayeron por encima del coste de la vida, lo que llevó a la ruina de la población dedicada a la agricultura.
4
El descenso de la actividad económica provocó un aumento desbocado del desempleo. Los prósperos años veinte dieron lugar a unos años treinta marcados por el empobrecimiento de la sociedad estadounidense.
Respuestas a la crisis
Inicialmente, se llevaron a cabo políticas deflacionistas que buscaban un nuevo equilibrio de los precios y dar salida a los stocks acumulados.
Estas políticas trataban de alcanzar el equilibrio entre los gastos e ingresos del Estado, dotar al país de una moneda fuerte y dejar que la ley de la oferta y la demanda ajustara los precios sin que fuese necesario que el Estado interviniese.
Otras medidas que se desarrollaron fueron las políticas proteccionistas, que alcanzaron su apogeo en los años treinta. En ausencia de organismos que regulasen el comercio internacional, fue fácil imponer medidas que compartimentasen el mercado.
Las grandes potencias de la época se replegaron sobre sí mismos, sobre sus colonias y sobre sus áreas de influencia económica, como fue el caso del Reino Unido. Los británicos optaron por devaluar la libra esterlina en 1931, abandonar el patrón oro y gravar en 1932 las importaciones a través de la Import Duties Act. Ya en 1935, los británicos lograron alcanzar los niveles salariales y de producción del 1929.
Sin embargo, potencias industriales como Alemania, desprovistas de un imperio colonial, sufrieron con mayor rigor los efectos de la crisis y terminaron por vivir en la autarquía. La economía alemana se militarizó, se produjo un importante rearme y la situación fue el caldo de cultivo ideal para el florecimiento de ideologías como el nazismo, que aupó a Hitler al poder en 1933.
En Estados Unidos, la llegada del presidente Roosevelt supuso un soplo de aire fresco. Roosevelt, a través del New Deal, trató de recuperar las rentas de la población agrícola y en el plano industrial fijó un salario mínimo, redujo la jornada laboral semanal y la realización de un programa de obras públicas.
Francia, en la línea de actuación por el gobierno estadounidense, llevó a cabo un programa de recuperación del poder adquisitivo de la población. Estableció a medidas para incrementar los salarios y reducciones de la jornada laboral semanal para bajar el nivel de desempleo.
Contenido relacionado:
El “lunes negro”, el día que la bolsa se desplomó 508 puntos
CAB